Capítulo 2

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"Es raro, muy raro, que nadie caiga en el abismo del desengaño sin haberse acercado voluntariamente a la orilla" Concepción Arenal.

T.M p.o.v

Todos hacemos cosas sin pensar en ello, no nos interesa saber la repercución que tendrá en los otros o en nosotros mismos a la larga, y sabes por qué? Te lo reduzco en una palabra.

Narcisismo.

Zan se acabó! Si nosotros no fueramos tan altruistas como lo somos tal vez, podríamos llegar a ser los seres superiores de los cuales presumimos ser. Sin embargo el egocentrismo es una naturaleza humana, una muestra del autoestima que tenemos cada uno.

Me encuentro caminando por un pasillo infinito, lo llamo así porque no tiene fin hasta que nosotros lo ponemos, poder girar cuantas veces queramos, pero no poder dar ni un paso atrás, tan infinito que se extiende hasta donde tu vista se pierde en un cuadro de oscuridad que parece tan tener tanta infinidad como la del mismo espacio.

Tan concentrado en mis pensamientos que mi sangre corriendo por mis venas podría dejar de fluir por ocupar toda mi energía en pensar.

La voz de mi padre me saca completamente de mis palabras, me llama para que suba al bodrio y diga unas cuantas palabras al público, de echo me encantaría hacerlo si tan solo lo hubiera escuchado un poco, prueba del egoísmo naciente en cada persona. Aún así mi padre insiste en que me acerqué y lo hago.

Doy una sonrisa y me concentro en intentar recordar la más mínima cosa que segundos antes mi padre hablaba de.

Una mirada de la prensa y de mi padre me indica que debo de comenzar a hablar para no hacer el rídiculo y sin mucho éxito con mi táctica anterior me limito a saludar con la mano y acercarme al micrófono.

-Disculpé, ¿Puedo hacerle un par de preguntas?- la mujer que me lo ha pedido me mira de pies a cabeza parece que esta intentando encontrarme algún errór.

-Si así desea- contestó sin quitarle la mirada de encima.

De su bolsillo saca una libreta y la comienza a leer en voz alta.

-¿Qué es tener la más grande compañía del mundo en sus manos señor Mazen?- no tardé ni un segundo en asimilar sus intenciones, por lo que contesté de la manera más objetiva que pude.

-Es un verdadero orgullo, así podré desempeñar mi tiempo en cumplir los sueños de las mentes privilegiadas, desde Da Vinci hasta Julio Verne.

-En caso de que su padre muera, usted sería el predecesor predilecto, ¿No es así?

-No puedo evitar sentir el ataqué que ejerce con sus palabras hacia mi génetica, señorita

-Malinterpreta mis palabras.

-Si usted dice... bueno al grano ¿Qué es lo que quiere saber?

-¿Cuál sería su primer decretó como jefe de la compañía?

-Dar el paso al futuro- La mujer se quedó callada mientas el fulgor de los aplausos ensordecia los al rededores de la sala de conferencias.

Mi padre me dio una palmada en el hombro, levanto mi brazo en el aire, ellos me aclamaban a mi por decir un par de estupideces que ni sus cerebros lógran comprender.

Estaba a punto de alejarme, pero la reportera me detuvo.

-¿Usted cree que la vida...

-Es un pasillo infinito- la interrumpí.

-Sin límites- concluyó ella mientras su mirada me seguía a la puerta de salida.

Nunca me había importado ser la herramienta publicitaria de mi padre, era lo único que había hecho por él estos 24 años y no me molestaba en lo absoluto, pero aquella mujer sabía perfectamente que eran los aplausos lo que mi padre más amaba, no a mí. Esa fría mirada que me dedicaba cuando hacía algo bien o algo mal, "Ese es tu trabajo" siempre decía.

A veces ignoramos nuestros sentimientos por miedo a herirnos a nosotros mismos, es como si de antemano supieramos el dolor del trágico final, aunque no lo hagamos.

Me miro en el espejo del pabellón. Como si aquel semblante irrompible fuera verdadero, como si un hueco donde quedaba el alma se cerrára, como si alguien que supiera mi dolor lo comprendiera, aunque eso fuera una mentira.

Es simplemente egoísmo, simplemente querer que alguien sienta el mismo vacío en el alma que las balas y la pólvora ha dejado. Caminando entre anhelos y sueños que se apelmazan en las puertas del final, en la enteada de la realidad.

Sigo parado frente al espejo intentando verme en el reflejo de la claridad que da el plano a contraluz de la obscuridad, pero esta me absorbe y no me deja ir ni volterame para regresar, y aunque con pasos temerosos, lo único claro es el siguiente paso hacia la salida.

Me detengo en seco. Tal vez yo si puedo salir.

Canción en multimedia "Counting Stars" de Sugarcult

Pretty DangerousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora