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«¿Quién eres?»

El frío viento que corría ahí en la cima era increíble. Observando más detalladamente a la hada de la leyenda lo hizo cuestionarse varias cosas, en primera, ¿cómo soporta el frío? Su mano está helada.

─¿Quién eres?─ repitió la pregunta la castaña. Ya, debía concentrarse, ciertamente no todos los días te encuentras con una leyenda, pero daba una mala impresión.

Lentamente fue deshaciendo la unión de sus manos, y Asuna, la mitíca hada se asustó al pensar que se iría.

─Perdón por no presentarme...─ voló sin perderla de vista hasta una rama muy cercana, y se sentó ─A mi, me conocen como Kirito.

Asuna se levantó con su boca un poco entreabierta, sorprendida de estar junto a un hada, junto a alguien más. Se acomodó frente a él, observándolo entre los barrotes.

─¿Cómo es que... Lograste llegar hasta, acá?

Ambos tenían muchas preguntas, Asuna por su parte curiosa de su persona y Kirito del porqué de su encierro. Pero tenían todo el día, a penas todo comenzaba.

─Duró varios días de viaje, y me enfrenté a unos cuantos enemigos, pero lo logré. Este...

─Asuna─ la castaña lo interrumpió, sacando una de sus manos y tocando levemente su mejilla ─. Mi nombre es Asuna, es todo un placer el conocerte, Kirito.

Pronto Asuna sacó su otra mano, y empezó a curosear el rostro de su invitado. Kirito no sabía como reaccionar, el tacto de sus manos eran suaves, pero heladas, le recuerdan a las profundidades de Jötunheimr, cuando estuvo allí en una de sus tantas aventuras.

Los dedos de Asuna seguían tocando el rostro del pelinegro, sin poder creer aún que él fuera real, que de verdad alguien estuviera ahí con ella platicando.

─¡Ay!─ expresó Kirito en voz baja, Asuna le picó por accidente el ojo.

─¡Oh cuanto lo siento!─ se llevó sus mano a la boca, teniendo sus ojos bien abiertos ─¡De verdad, discúlpame! No fue mi intención el hacerte daño...

─¡No, tranquila! Estoy bien...─ le sonrió sincero, tratando de calmar a aquella hada que exageraba un poco ─No te preocupes.

─Lo siento...─ susurró.

Debía de entenderle, él no sabe cuanto tiempo ha permanecido en aquella jaula, y por su reacción de verdad parece no haber tenido alguna otra compañía. Sentía pena por su situación.

─Me emociona el que estés aquí─ destapándo su boca, pronunció suavemente ─, he de admitir. Y también quiero confesar, lo fascinante que me pareces.

Kirito hizo una mueca nervioso, nunca se espero estar frente a una lejendaria hada mirándolo con ojos bien abiertos y brillando de curiosidad.

─Yo debería decir lo mismo, Asuna.

La de orbes mieles seguía teniendo en observación al pelinegro, y después de unos segundos soltó:

─¿Sabes, Kirito? Me gustan tus ojos.

Los ojos verdosos oscuros similares al bosque en la noche se abrieron sorprendidos.

Esa no se la esperaba.

El hada del árbol ⚘ 𝘀𝗮𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora