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Llegaba la mañana.

─¡Buenos días Kirito!

Asuna ahora se levantaba con una sonrisa, y extendía sus alas para volar hasta arriba de su jaula y estar a la altura de Kirito, que a cada amanecer se posaba en una rama que aguantara su peso.

─Buenos días Asuna.

Él le sonreía y ella le devolvía el gesto.

Llegaba la tarde.

Ambas hadas se sentaban y solían hablar sobre cualquier cosa que se les pasara por la mente. La conversación entre ellos nacía y fluía demasiado natural.

─¿Ella te ganó?

─Sí, es muy buena espadachína. La mejor que he conocido.

Kirito le seguía contando a Asuna como era el mundo bajo el árbol, y alguna que otra hazaña suya.

Llegaba la noche.

En ese tiempo de tranquilidad, Kirito utilizaba su magia y le contaba a Asuna sobre los distintos hechizos que existían.

En ese tiempo de silencio, la hada castaña decía sus pensamientos al aire, y a veces, el pelinegro llegaba a responderlos.

─Recuerdo que, las primeras noches, intentaba tocar la luna.

─Podrías hacerlo...

En ese tiempo de tranquilidad y silencio, Asuna se reía de manera serena, y sonreía con sueño.

Esa había sido la rutina por cuatro días, dónde nunca faltó el habla, la risa, y el aleteo de las alas impulsadas por el viento que iba y venía.

Asuna adoró esa rutina.

...

Era la tarde del séptimo día.

Kirito y Asuna estaban sentados, como siempre, uno frente al otro. Mantenían un entretenido juego con sus manos mientras hablaban sobre los distintos cambios que podía adquirir el clima de pronto.

En un momento dado, Kirito se atrevió a comparar el clima con Asuna.

Ella, por supuesto que se sintió ofendida.

─¡Oye!

─¿Lo ves?─ había soltado divertido el Spriggan.

─¡Hmp! ¡Eres malo Kirito!

Soltó un puchero. Últimamente Kirito la molestaba mucho.

El juego entre sus manos paró, Asuna torció su boca cuando Kirito se rió. Pero, finalmente eso no le duró mucho a la castaña, que terminó esbozando una leve sonrisa.

─Ya, déjate de reír Kirito, me enojaré, ¿eh?

─¡Bueno bueno!, ya paro. Tranquila.

Ahora era el turno de la castaña de reír con ganas. Con una sonrisa, ella se levantó y comenzó a caminar por su jaula, y eventualmente, a volar cuando ya se cansó de andar sentada.

Kirito sólo la veía. Su sonrisa se mantenía ahí por ella, era feliz porque ella se veía feliz. Y ante este pensamiento, su rostro se puso serio mientras miraba a Asuna dando vueltas volando con una sonrisa.

Él no puede saber con seguridad cómo era Asuna antes de que llegara, cuando aún ella estaba sola. Pero no tiene dudas en que Asuna nunca estuvo así a como está ahora, sonriendo de una manera hermosa, pareciendo disfrutar de su encierro.

El hada del árbol ⚘ 𝘀𝗮𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora