Cap.14: La pirámide humana

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Abro la puerta del taxi de manera brusca y le doy la mano a Sam para ayudarla, cuando yo ya tengo un pie fuera, el taxista me habla.

-Chiquilla, ¡me tienes que pagar!

Yo me giro a mirarlo como la niña del exorcista y también le saco el dedo del medio.

-Que te pague quien te llamó.

Las dos salimos del taxi rápidamente, y yo me planto delante de la casa de Sam, esperando a que ella abra la puerta.
Es entonces cuando ella se da cuenta de algo y abre los ojos sorprendida y aterrada.

-Kath...mi bolso, con mis llaves, mi móvil, no puede ser verdad...

Yo golpeo mi frente con mi mano mentalmente, ah no, y también literalmente, obvio.
Y es que en este momento las dos estamos sin móvil, ni dinero para coger un taxi y tampoco podemos tocar la puerta de los Roberts, asi como:

-Oigan, buenas noches Sr. y Sra. Roberts, lamentamos llegar a las 2 a.m. y tener que despertarlos, es que su hijo es un maldito cabrón y por su culpa nos quedamos sin móvil ni llaves y por lo visto sin dignidad porque el muy imbécil nos trató igual que se trata a las princesas disney, asi que porfavor, échense a un lado y dejenos entrar, nos matan los tacones!

Mientras que una parte de mi cerebro estaba dirijiendo una telenovela de drama, la otra parte que suele ser más inteligente, estaba teniendo una idea un tanto de cine también.

La habitación de Sam estaba en un primer piso, por lo tanto no tenia barrotes y al estar en verano la ventana también estaba abierta.

-Hum....

Mientras mis neuronas hacian sinapsis, yo me acariciaba la barbilla calculando distancias.

-NO!! Me niego a hacer esa locura!!

Sam al ver donde se dirigia mi mirada, advirtió mi idea.

-Ai venga Sam, no es ninguna locura, además no es como si hoy no hubiese sido un dia de locos.

Como veinte minutos después, yo estaba justo debajo de la ventana de Sam con las manos cruzadas delante de mí a modo de escalón y con Sam, descalza, intentando subir.

A pesar de mi cara de extreñida por el dolor y el peso de Sam, mi mente ya cantaba victoria porque Sam ya tocaba el alféizar de la ventana con sus manos.

De repente, comenzamos a escuchar el sonido de música, que al principio se escuchaba lejana pero que poco a poco se iba aproximando.

Ahí es cuando nos dimos cuenta del descapotable que se acercaba por la calle de Sam. Al principio creí que era Tyler con sus amigos y mis manos comenzaron a temblar de los nervios y el coraje. Mis nervios se hicieron más notorios cuando el coche redujo la velocidad al situarse a la altura de la casa.

-Hey bonitas, necesitais una ayuditaa??!!

Al escuchar el grito del chico que conducia me dí cuenta de que no era ni Tyler ni ninguno de los suyos, por lo que mis nervios disminuyeron y mi incomodidad aumentó ya que las dos estábamos en una situación rara e incriminatoria.

Los chicos del coche al ver que no les hacíamos caso, tocaron el claxon y aceleraron mientras gritaban palabras que eran contenido para adultos.

El sonido del claxon nos pilló desprevenidas, por lo que me sobresalté y perdí el equilibrio con los tacones y sentí nuestra pequeña pirámide humana desmoronarse rápidamente, con el grito de Sam y nuestros posteriores quejidos como fondo.

La luz de la habitación de los padres de Sam, se encendió y luego escuchamos unos pasos bruscos y pesados y otros más ligeros bajando por las escaleras.

Al igual que las ardillas al detectar una amenaza corrimos tratando de escondernos del otro lado de la casa, y ahí es cuando me dí cuenta de que los tacones de Sam seguian tirados en su sitio, por lo que me tocó volver a por ellos.

Por suerte, alcanzé a esconderme justo antes de escuchar la puerta abrirse.

-¡¿Quién anda allí?!

Definitivamente esa voz masculina es la del padre de Tyler. Segundos después, notamos que sale de casa y se acerca al lado de la casa donde estamos con un bate de béisbol en sus manos, por suerte su mirada sigue enfrente, justo por donde se ve el deportivo de los chicos borrachos alejarse.

-Cariño, te dije que no era nadie, solo son un grupo de jóvenes tratando de divertirse. Venga, volvamos a dormir.

Sentimos otra vez los pasos de su madre alejarse en el interior de la casa, y posteriormente los de su marido, que van seguidos de un gran portazo y unas cuantas cerraduras siendo echadas en la puerta, haciendonos tragar saliva.

Al ver la luz de la habitación de los padres de Sam apagarse, cierro los ojos y respiro profundamente y es ahí cuando me cae un golpe de lleno en la cara.
- Maldita seas! Dijiste que no me dejarias caer y adivina qué? Me partí la espalda por tu culpa.

- Jejeje lo siento baby, sabes que fue sin querer, además yo también me he roto un par de huesos.

Cerramos los ojos y nos apoyamos una en la otra.

-Ai madre....

Suspiramos a la vez.

Antes Y Después De TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora