Moroii. I-Naskar, Petra. Finales de julio del 1.223 d.D.
El horizonte se fracturó en una línea gris monocorde. Al fin, después de casi un día de jornada, las imponentes murallas de Petra prorrumpían en el paisaje de acebo y campiña de I-Naskar central.
Inspiró y sonrió al imaginar la solemnidad pétrea del mármol, la sombra adusta que sobre la ciudad proyectaban las agujas del palacio, por siempre extendiéndose hacia las estrellas como una mano que buscase reconciliarse con los Doce y sus mentiras.
Isabel, a su lado, afiló una mirada hueca.
"Petra... Después de todo este tiempo..."
Moroii la miró con algo de pena y azuzó a Cenizo por el empedrado elegante.
—La ciudad que te vio crecer, el palacio que una vez pisaste, el trono que en otro tiempo fue tuyo. Y aquí estás de vuelta unos doscientos años después, invisible pero no menos brava que entonces.
Isabel se adelantó a su vera, espectral como la seda de una cortina, invisible para todos menos para el hombre que la amaba con aquella desdichada pasión. Intercambiaron otra mirada.
"Oh, Moroii, sigues siendo un nostálgico"
Rieron como si fuera la primera vez que riesen, como si el mundo empezara y terminase en ellos dos, así de simple, de complejo. Pero ambos sabían que no era más que una mentira, una ilusión que se rompería tan pronto cruzasen el umbral de sus puertas. Las charlas, las sonrisas y los gestos... todo aquello habría de acabarse muy pronto. Demasiado pronto, tal vez.
Reflexionaba en estas cosas cuando detuvo en seco su carrera. Las murallas, aunque lejanas todavía, ya eran algo más que una línea en el horizonte.
"¿Por qué te detienes?"
—No lo sé —titubeó, mirando a través de ella con intensidad —. Petra nos costará la libertad. No podremos hablar como en Merida, ni reír, ni bailar o festejar. ¿Tanto valen nuestras ambiciones?
Isabel arrugó el rostro en una sombra.
"¿Dudas? ¿Ahora, que tan avanzado está nuestro proyecto? —la voz sonó como un martillo esculpiendo los últimos trazos de su obra —. ¿Después de tantos sacrificios, amado mío?
Moroii levantó la mirada de vuelta hacia las murallas. Volvió a pensar en el mármol, en las púas del palacio, en los jardines, las fuentes, las estatuas. Cenizo disparó las orejas y arrancó al trote.
"Cumple tu destino".
—Mi destino... —repitió Moroii, y calló tan pronto advirtió la caravana de un circo en la distancia. Frunció el ceño y continuó apenas moviendo los labios —. ¿El circo, aquí, ahora, después de tanta tragedia como ha vivido la ciudad en el último mes?
Apuró a Cenizo y rebasaron cabalgando a la triste comitiva. No eran muchos y vestían colores apagados y rostros alicaídos. A Moroii le pareció que tenían más en común con una marcha fúnebre que con un circo. Hubo algo que le llamó la atención: el dibujo de una esvástica entretejida en sus tabardos, un símbolo que juraría lo había visto en algún otro sitio en los años de su juventud.
Arrugó la nariz.
"Huelen a Muerte".
Moroii le lanzó una mirada escéptica a Isabel y se volvió para verlos por encima del hombro.
—¿Qué quieres decir?
"¿No lo recuerdas, Moroii? ¿No habrás olvidado, verdad, que la influencia de los nigromantes no termina en las fronteras de su reino maldito de Anar-Mort? —el espíritu parpadeó, pero la voz siguió hablando —. Reconoces el emblema de sus tabardos, ¿no es así?"
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PRISMA: La Corona de los Infieles
FantasyAlgo se corrompe en el corazón de I-Naskar, el principal de los reinos humanos del sur. Después de años de estratagemas políticas, la ambición de dos mujeres desemboca en el asesinato del rey. Sola, su madre, deberá superar el duelo de la pérdida y...