Boruto no dejaba de narrar cada cosa que le parecía fascinate. Aquellos ojos azules tan claros y expectantes a todo lo nuevo que veían no dejaban de brillar ningún segundo del día, y Hinata era la mayor testigo de eso. Nadie conocía mejor a su hijo que ella. Y esa felicidad la llenaba de dicha.
La relación del niño al conocer a su padre fue tal cual su pequeño corazón añoraba que fuese; ahora tenía a alguien aparte de mamá a quien admirar, alguien quien también vele por él y lo ame sin condición. No sólo eso, también había conocido a su abuela paterna, que lo acogió con ternura y amabilidad, y a Sakura junto a Sasuke, quienes se proclamaron sus tíos por toda la vida.
Aun tenía pocos días de conocer Tokio, y sentía que no quería irse jamás.~
Hinata abría los ojos con pesades aún muy temprano en la mañana, ganándole por mucho al despertador, culpando al sol que atrevido entraba por la ventana de la habitación de su antigua casa. Aun todo era irreal. Todavía creía que amanecía en Venecia al primer pensamiento, pero intentaba acostumbrarse.
Se puso de pie para preparar el desayuno antes que Boruto despierte, aunque lo dudaba, él aprovechaba al máximo sus vacaciones para acostarse tarde y levantarse más tarde aún.
Miró su reflejo en el espejo de tocador, y lo que veía en el ya no era aquella muchacha que un día partió asustada con los bolsillos llenos de esperanzas y miedo. Ahora veía a una mujer que había logrado la mayoría de cosas que se había propuesto, pero también a una mujer que arrastraba parte del pasado consigo.
Todavía no podía creer que Naruto la haya besado, mucho menos verlo llorar acurrucándose en ella como un niño que busca que lo cobijasen y le diesen calor. Estaba segura de que la odiaria después de todo lo que pasó, o que le sería indiferente de alguna manera, y más aún con su futura boda con aquella muchacha en exceso atractiva. Y aunque quería creer que Naruto solo se estaba dejando llevar por la sensación del momento, no podía quitar de su piel cada rastro de las caricias que se dieron, el rozar de su labios con los suyos, la calidez y la dicha que sentía al verse rodeada de sus fuertes brazos. Y juntando todo eso, nada más corroboraba y aseguraba cuanto lo amaba hasta ahora, y que nadie podría reemplazar su amor, su presencia, su todo...
—Buen día Hinata. —- Escuchaba a Filippo decir mientras ella bajaba por las escaleras.
Fil seguía a su lado junto a Boruto, como si fuera alguien más de la familia. Era agradable tener su presencia, para Hinata el poder ver a Fil era como llevar consigo de su antiguo hogar, el mismo, al cual no estaba segura de si volver, o sí debía hacerlo.
Indiferente de Naruto y su prometida, ella ya no quería abandonar Tokio. Para Hinata la balanza se inclinaba con gran peso de diferencia y debería tomar una pronta decisión.
El padre de Hinata, junto a su nueva esposa Cheiko regresarían a casa de visita en pocos días para conocer por fin en persona a su nieto; ya que no era fácil hacerlo de un momento a otro por su trabajo en el hospital, así que aún esperaba ansioso también estar en casa otra vez.
Hinata preparó el desayuno, con ayuda de Fil como hasta ahora, y antes de que Boruto despertase, ambos se sentaron juntos en el pequeño comedor de la cocina en la compañía de dos tazas de café.
—¿Va todo bien con el condominio y tu trabajo allá en Venecia? — Preguntó Hinata preocupada, ya hace rato que había dejado de pensar en los problemas de su amigo, se le había pasado por alto con todo lo que ya batallaba en su mente.
—Por supuesto. Ya te había comentado. No pensarás que vine hasta aquí sin dejar en orden las cosas allá. En todo caso, me alegra que por fin vuelvas a estar con Boruto. — Respondió amable mientras bebía el café humeante de su taza.
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Sola en Venecia / NaruHina
FanfictionHinata intenta sobrellevar sus veinte años como una mujer normal. Hasta que por caprichos del juguetón destino, su diario vivir da un vuelco cuando descubre que está embarazada de quien se suponía era 'su mejor amigo'. Dejando atrás su vida en Tokio...