Hinata caminó de prisa, aún al teléfono para mirar hacia la ventana y comprobar que Naruto no mentía. Estaba en la vereda de su casa, de pie, arrimado al auto con el móvil también al oído.
Abrió la puerta y le sonrió amable al invitarlo a pasar.
-¡Papá! - Boruto corrió hasta él, sorprendido y feliz de volver a verlo, mientras que Naruto lo tomaba en sus brazos y besaba sus rosados mofletes.
-Estábamos a punto de cenar ¿porque no nos acompañas? Luego me platicas que sucede. -Dijo Hinata conteniendo la ternura que le provocaba el verlos juntos, pero al mismo tiempo, conocía muy bien a Naruto, como para saber a simple vista que algo le sucedía, se veía triste, cansado...
-Si ¿Te quedarás verdad papá? - Volvía a decir el niño con entusiasmo.
-Claro que si amor, eso me haría muy feliz. - Contestó de regreso, bajándolo de nuevo al piso, donde sus pequeños pies aterrizaron sobre las suaves pantuflas de algodón.
Naruto halagaba la receta de tallarines de carne que había preparado Hinata, antes ya había degustado de su comida, pero ya hacia muchos años que había sido la última vez
Boruto platicaba acerca de su escuela, de cómo estaba acostumbrado a su vida en Europa, tenía ambas nacionalidades, pero toda su vida había transcurrido en Italia, y por más pequeño que él sea, Japón eran como unas vacaciones sin aterrizar aun a la realidad. Mientras que Naruto absorbía cada detalle de lo que su pequeño hijo le narraba, y así también analizaba la situación, pensando únicamente en lo que debería hacer de ahora en adelante para hacerlo feliz, para que crezca tranquilo y sin que nunca tenga que padecer las comodidades de las que también estaba acostumbrado.
Después de cenar, lavar los trates y un par de horas de juegos de mesa, Boruto cayó profundo dormido ya bajó las tibias cobijas de su cama.
Hinata le ofrecía a Naruto una taza de té caliente, sentados juntos en la sala más pequeña del segundo piso, muy cerca del balcón, sentada frente a él, dispuesta a escuchar lo que tendría que decir.
-He notado que no está contigo aquel amigo tuyo que te acompañó ¿Fil verdad? - Cuestionó de pronto Naruto intentado mostrar desinterés en ese tema.
-Regresó a Venecia esta mañana. Su trabajo y su rutina entera estaban allá, así que volvió para continuar su vida. - Respondió Hinata, dejándolo aún con más incógnitas y puntos que tomar en cuenta.
-Entiendo. Supongo que todos tenemos que tomar decisiones drásticas varias veces a lo largo de la vida, para poder continuar.
-Sí, superar y seguir. - Contestó ella bebiendo su taza de té acompañado de un largo rato de silencio, no uno incómodo, más bien uno que guardaba miles de cosas por decir.
-¿Y qué ha pasado? Vi valijas en tu auto. - Por fin pudo preguntar.-Mi padre. Se ha tomado la atribución de quitarme el departamento, despedirme del trabajo y echarme en cara que soy lo que soy gracias a él. - Dijo con pesadez, intentando resumir todo lo sentía en esas simples palabras.
-Puedes quedarte aquí el tiempo que gustes.
-Gracias Hinata, lo sé. Y descuida, tengo suficiente dinero ahorrado para sobrevivir el tiempo necesario antes de conseguir otro empleo. Mañana buscaré un departamento...
-Me alegra oír eso.
-Fue bueno ver a Boruto, mejoró por mucho mi día. Siento si te preocupé, es solo que no me sentía bien y únicamente pensaba en contarlelo a ti. Supongo que es porque sabría que estaría mejor luego de eso. - Dijo él siendo sincero al respecto. No le importaba decir lo que pensaba, pero no era fácil.
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Sola en Venecia / NaruHina
Fiksi PenggemarHinata intenta sobrellevar sus veinte años como una mujer normal. Hasta que por caprichos del juguetón destino, su diario vivir da un vuelco cuando descubre que está embarazada de quien se suponía era 'su mejor amigo'. Dejando atrás su vida en Tokio...