La Prometida

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Exhalaba el humo de su cigarrillo, mientras que con la otra mano sostenía el barandal del balcón de la sala de juntas

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Exhalaba el humo de su cigarrillo, mientras que con la otra mano sostenía el barandal del balcón de la sala de juntas.
Había culminado otro agitado día de trabajo e intentaba despejar un poco su mente de los números y balances, ya que en una hora tendría la cena familiar de viernes por la noche acostumbrada, pero hoy era un poco distinta.

Se reuniria con sus padres para juntos ir a ver a los de Shion, por fin harían formal su compromiso y darían la fecha de la boda.

Condujo hasta su departamento, que dejó de ser sólo suyo cuando Shion decidió que sería mejor que ella se mudara a vivir con allí él. Por una parte le agradaba la idea, pero por otro lado también extrañaba sus días a solas, con su propio espacio; y ahora vivir con Shion era como tener otra madre que te regañe por cosas banales y de poca importancia. Al menos así lo sentía él con su prometida invadiendo su espacio.

Se bañaba y en pocos minutos cambió sus ropas con algo más limpio y formal. Se alistó en la plácida y solitaria comodidad agradeciendo al cielo que Shion esté con sus padres hoy.

Por supuesto que la quería, le atraía en exceso, y la extrañaba en contables ocasiones cuando no estaba, pero no parecía seguro de estar cómodo en esa relación, o si de todo aquello en conjunto era realmente amor.

~

-Tan apuesto como siempre hijo. - Fue lo primero que decía Kushina al verlo llegar, mientras que con ambas manos sostenía su rostro. -Y tan elegante como tu padre.

-¿Nos vamos ya? - Sonrió con dulzura para ella y le entregaba su brazo para escoltarla, lo cual aceptaba gustosa y orgullosa.

-Iremos en mi auto, ya está el chófer esperando por nosotros. - Autorizo su padre.

-Creí que iríamos en el mio.

-Este es mejor. Solo obedece hijo.

Aliviado de no tener que conducir, intentaba disfrutar el viaje camino a casa de los padres de Shion. Y mientras su mente descansaba, llegó a él aquel paradigma existencial. Cuestionado de si enn serio iba asistir una cena incómoda para desposar a una mujer que no estaba seguro de amar.
¿En eso se había convertido su vida? ¿En obedecer?
Sabía que entre más deje pasar el tiempo, más se arrepentía de nunca luchar por lo que sus deseos anhelában; e inconscientemente volvió a pensar en quien menos quería: Hinata Hyuga.

Se volvió a atormentar con más dudas. ¿Qué pasaría si hubiera sido valiente y hubiese ido en busca de ella a Venecia? ¿Cómo sería su vida ahora si aquella noche que durmieron juntos, al despertar él hubiera dicho lo mucho que la amaba y no marcharse para luego decir que era mejor hacer de cuentas que nunca pasó nada?

Sabía que la había dejado ir tan solo por no decepcionar a su padre.

Y es fácil decir que lo has perdido todo cuando nunca luchaste por ganar nada... Aquellos pensamientos que por poco lo llevan a la depresión, lo levantaron creando unos nuevos sentimientos, el despreciable odio.
La odiaba por irse sin despedir, por no contestar las llamadas, por no saber decir adiós, por ser una mala amiga. Pero también la amaba porque creció a su lado, porque lo conocía más que nadie en el mundo, porque sabía sus defectos y vergüenzas y porque solo a su lado se sentía feliz y completo. Porque no cambiaría por nada la única noche que pasaron juntos como más que amigos.

Sola en Venecia / NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora