Caperucita Roja

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Serena Tsukino intento por tercera vez llamar antes de que finalmente contestaran. Yaten su novio desde hacía tres años respondió con su deliciosa voz masculina.
— Oficina de Kou ¿en qué puedo ayudarle?
Le contesto en un tono susurrante mientras ronroneaba. — Háblame sucio y soy tuya para siempre.
— ¿Perdón?
Con un suspiro, se trasladó el teléfono más cerca de sus labios. — Dije, háblame sucio y soy tuya para siempre.
— ¿Serena?
Ella chasqueó la lengua y señalo el coche en el carril derecho.
— Sí, Serena. — Hablando con un ánimo asesino. — ¿Cuántas otras chicas te llaman y te hablan sucio?
— Uh...
— No importa. Olvídalo. — Lo último que quería era una pelea. Tenía toda la noche planeada y maldita sea, sería fantástico. Los ojos de Yaten no iban a estar en ninguna parte excepto en ella.
El teléfono sonó nuevamente ya que se le cortaba la llamada y ella apresuró sus palabras.
— Mira, la batería se está agotando, así que sólo tengo un minuto. Estoy de camino a recoger el vestuario perfecto para nosotros, y te garantizo que te encantará el tuyo. Asegúrate de dejar temprano tu trabajo y así tendremos tiempo para estar listos.
— ¿Qué? Estoy teniendo problemas para escucharte… la conexión se está cortando.
Sus labios se curvaron hacia abajo. En ese momento ella deseaba que no se estuvieran alejando.
Su comunicación no había ido bien últimamente y eso la inquietaba. Sin mencionar que esta relación era la más larga que habían tenido alguna vez, sin embargo, ella se negó a darse por vencida. Todas las parejas tenían un bache de vez en cuando, ¿no?
— Mira, te veré en mi casa y vamos a ir de allí.
¿De acuerdo? Ocho en punto. ¿Oíste eso?
Su respuesta salió confusa y luego la señal se cortó. Con un suspiro, ella deslizó su teléfono en el cargador.
Serena ajusto el espejo retrovisor y trató de relajarse con algunas canciones en la radio.
Esperaba que la fiesta de Halloween en compañía de su novio le trajera algo de magia a su turbulenta relación.
La mayoría de las veces a ella le gustaba Yaten, a veces incluso lo amaba, excepto cuando bebía toda la noche en exceso, y se iba de juerga.
O cuando se acercaba solamente para tener sexo. Como una idiota, ella lo aguantaba y creía sus excusas, sintiéndose mal a la mañana siguiente cuando se despertaba sola.
En todos los aspectos de su vida ella daba un aire de independencia, excepto cuando se trataba de los hombres. Había tenido esta conversación mental con ella más veces de lo que quería admitirlo, pero al final, era su tipo de normalidad. Si ella todavía podía conseguir un hombre que viniera husmeando alrededor de su puerta, luego ella se sentía que lo necesitaba y lo deseaba. Incluso si eso significa algo de compromiso de su parte. Ella decidió que a partir de esta noche iba a tomar mejores decisiones y subir el calor en su relación fría entre Yaten y ella.
Vestida con un traje muy atrevido le daría la oportunidad de jugar la parte de alguien más. Alguien que le gustaba un poco mejor. A diferencia de la perra corporativa que interpretaba en el trabajo. Pocos sabían que debajo de sus trajes de negocios simples y golosinas de alimentación, estaba una mujer tímida cuya idea de dejarse el pelo suelto significaba una película de terror y mascar maíz de caramelo. Sin embargo, su timidez no se extendía en el dormitorio. A ella le gustaba el sexo salvaje y desinhibido, pero con Yaten tendían a ser pasivos. Ella quería desesperadamente agregar algo de sabor a su relación y demostrarse a sí misma que no estaba perdida.
Serena acarició la cesta de mimbre en el asiento junto a ella. Esta noche tenía algunas nuevas ideas debajo de la manga que podrían hacer el truco.
Lleno hasta al borde con juguetes sexuales ella esperaba que al Lobo Feroz le gustara conseguir su camino con Caperucita Roja. El solo pensamiento hizo estremecer su cuerpo. Varios tamaños y formas de consoladores, vibradores, perlas anales, plumas, antifaces, esposas y pinzas para los pezones era el contenido travieso, incluidos aceites de masaje y gel lubricante. Dos horas en la fiesta de Halloween para mostrar el resultado y luego toda la noche en el dormitorio. La noche perfecta de pecado y seducción.
Serena miró el reloj y apretó el acelerador, corriendo contra la luz amarilla en el proceso. Su mirada se volvió hacia el espejo por temor de ver las luces de la policía a la distancia. Afortunadamente, la costa estaba clara. Con sólo diez minutos para llegar a la tienda antes de que cerraran no tenía tiempo de sobra.
Durante semanas había llamado alrededor y busco en tiendas en internet especializadas hasta que encontró una tienda un poco fuera de lo formal con ropa para adultos y trajes de estilo raro. Yaten había estado especialmente áspero últimamente y la idea de él vestido como el Gran Lobo Malo, parecía encajar perfectamente. Incluso si no apreciaba su gesto, estaba segura de que el apreciaría su traje.
Medias de mallas, una sola pieza de peluche de satén, pumps de color rojo y una capa roja. Después de un mes cuidando el peso y tiempo extra en la máquina de caminar para reducir a talla seis, ella estaba más que dispuesta a mostrar los resultados.
A las cinco y cincuenta seis ella entró en el estacionamiento de Couture Moon limpiándose el sudor de su frente. Puso las llaves en el bolsillo mientras corría al interior. Docenas de máscaras colgaban en las paredes, algunas buscando lucir francamente amenazadoras. Maniquíes de pie en varias poses vestidas con trajes extravagantes, joyas brillantes y saturadas filas de contadores de vidrio.
Al no ver a nadie, ella gritó — Hola, soy Serena Tsukino, vine a recoger mis trajes.
Una mujer se levantó de detrás del mostrador con un paño en una mano y un limpiador de vidrios en la otra.
— Buenas noches, soy Amy. — Ella puso las cosas abajo y abrió una portátil. — Vamos a ver, Tsukino... Cierto. Caperucita Roja y el lobo malo.—
Ella volteo algunas páginas y luego tomó una bolsa ropa del gancho de la pared a su lado. — Aquí está su vestuario.
Serena suspiro de alivio y pasó la punta de los dedos a lo largo de la bolsa de vinil suave.
— Bien. Estoy tan emocionada. He echado de menos vestirme para Halloween y finalmente tengo una excusa para hacerlo de nuevo.
La mujer sonrió cálidamente. — No creo haber dejado nunca de querer jugar a los disfraces. Es por eso que abrí esta tienda para empezar. Oye, ¿quieres probarte tu traje antes de irte?
La mente de ella se aceleró. Pensó en la hora y media en coche de vuelta a casa y cuánto tiempo tendría y necesitaba para prepararse. Si ella se pusiera el traje sería acelerar el paso e infiernos incluso podría mejorar el estado de ánimo entre ella y Yaten si viera cuan provocativa ella se iba a ver primero.
— Si no te importa me encantaría llevármelo puesto. Quiero decir, sé que estás cerrando, pero si es un problema, puedo esperar hasta que llegue a casa.

Luna Llena en Halloween +18 (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora