Capítulo 8: The Nurse

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Salí de la ducha, aún con la presencia del dolor en mi cuerpo. El agua parecía lava, lava que quemaba mi piel con tanta intensidad.

Me sequé, y eso fue una sensación maravillosa de alivio. Sentí como si la toalla, hubiera salido de un congelador y hubiera estado años ahí, esperando por mí. En el momento en que la toalla recorrió mi piel, el dolor desapareció por completo, o al menos la sensación de dolor que hubo.

Una vez que estuve totalmente seca, me coloqué la bata blanca de hospital de nuevo. Después de eso, salí del baño y regresé a la habitación principal, para volver a recostarme en la cama. Mi cabello, seguía un poco húmedo, así que al recostarme, la parte de la bata de atrás se mojó un poco.

Repentinamente, casi como si me hubiera estado vigilando, el Dr. Tanner entró por la habitación, de nuevo con su tabla.

- No esperaba que ya estuviera lista... al parecer, el dolor si ha desaparecido, de otra manera no podría haber salido de la ducha tan rápido.

Ignoré casi todo lo que dijo, no podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Los dolores en la espalda, la chica que había visto y casi atropellado, las visiones, los ardores, mis constantes dolores de cabeza... y todo estaba relacionado con la Ruta 86.

Mi manera de pensar había cambiado, mi manera de pensar acerca de la Ruta 86. No podía dejar de pensar en eso. Era como una manera extraña, en la cual mi mente intentaba advertirme de algo, y con eso me refería a los constantes sueños que tenía acerca de la Ruta 86. Incluso antes del accidente.

- Señorita Kat, ¿está todo bien? - escuché la voz del Dr. Tanner, su voz me hizo reaccionar de manera instantánea. Había estado perdida en mis pensamientos por unos minutos.

- Sí... sí, estoy bien. ¿Qué decía?

- Iremos a realizarle los estudios necesarios. - dijo, mirando la tabla fijamente, y hablando con tranquilidad.

De pronto, una enfermera, diferente a la que me había estado atendiendo esos últimos días, entró a la habitación con una silla de ruedas.

- ¿Lista? - preguntó la enfermera.

- No es necesaria la silla de ruedas... puedo caminar. - dije.

- Es necesario que vaya en ella. No podemos permitir que sufra más lesiones. - dijo el Dr. Tanner.

- ¿Lesiones? En serio, puedo caminar - dije con desesperación - usted mismo, dijo que parecía que el dolor se había ido. - reproché.

- Puede que el dolor se haya ido, pero no las lesiones. - dijo, más serio.

Finalmente, descubrí que no iba poder ganarles, así que me senté en la silla y salimos de la habitación.

La enfermera no iba tan lento que digamos, es más, pude sentir algo extraño en la forma en que conducía la silla. Sé que es raro haberme fijado en esas cosas, pero de verdad, noté algo diferente. Lo había notado con todas las enfermeras del lugar. Todas actuaban de manera extraña.

Conducía la silla a demasiada velocidad, volteé para verla, y cuando lo hice, el Dr. Tanner, que iba justo al lado de nosotras, le hizo una seña, indicando que redujera la velocidad.

El Hospital de Gatem, no era un hospital tan grande. Era grande a comparación de todos los edificios, y en los últimos años había aumentado su tamaño considerablemente.

Atravesamos varios pasillos, y pasamos por varias puertas, hasta que finalmente llegamos a una sala de estudios. Al entrar, hacía demasiado calor. El calor era casi el mismo que sentí cuando estaba en la ducha, solo que esa vez, no sentía ardor. Simplemente calor. Pero momentos después, el calor comenzó a tornarse cada vez más y más doloroso.

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