•Capítulo 6•

795 37 11
                                    

P.O.V. Bárbara.

¿Y cómo decírselo? ¿Cómo decirle "lo siento", "perdóname", si esas palabras no bastan? ¿Cómo explicarle mi traición? Lágrimas, no me pude contener. El dolor en mi pecho crecía.

—¡Ey! ¿Por qué lloras? —su expresión cambió totalmente.

Las palabras querían salir disparadas, pero mis labios no se abrían, mi lengua no se movía.

—Yo... No podía moverme, estaba destruida, no sabía que hacer —un nudo enorme se formó en mi garganta, mis labios temblaban.

—¿De qué hablas? —preguntó confundida.

—De esa noche.

—¿Cuál noche? Me estás asustando.

—De la noche en la que te engañé. No sé porqué me dejé. Nos acostamos Nicanor y yo —solté. —O mejor dicho, él se acostó conmigo porque yo no estaba allí, sólo pensaba en la discusión que había tenido contigo y en lo estúpida que fui por no volver a abrir esa puerta y pedirte perdón, decirte que te amaba más que a mi vida... Le dije que no lo amaba, él ya había dejado de ser hace muchísimo tiempo un amor para mí, no era más que un compañero de vida, un amigo, le dije que mi corazón le pertenecía a alguien más, fui tan cobarde, no me atreví a decirle que eras tú, quería gritarlo pero no pude, soy tan cobarde. Y yo te amaba demasiado, a pesar de todo, tú siempre fuiste, eres y serás mi verdadero amor.

—No me importa lo que hayas hecho en el pasado. No vuelvas a decir que eres cobarde.

—Es que lo soy.

—No, tú tuviste el coraje que varias veces yo no tuve, me protegiste cada vez que yo estaba en peligro, siempre me cuidaste y luchaste por nuestro amor, ¿eso te parece cobardía? Yo soy la cobarde por no enfrentarme a mi padre como debía, por dejarme vencer por el miedo, por el qué dirán, no escuché a mi corazón que gritaba tu nombre, que quería escapar de mi pecho para estar junto al tuyo.

—No busques culpables.

—No es mi finalidad. Y si hablamos de culpa, entonces es la del mundo, de la sociedad que se asusta de lo diferente y lo tacha como pecado, de los humanos que se alimentan de la ignorancia y el morbo, y por supuesto, como olvidarse de la religión que nos impone, que nos limita el sentir. La culpa es de todos, hasta de nosotras, de Joaquín y su novio, el miedo impide luchar, y allá afuera hay muchos más en la misma situación, pero te prometo a ti y a mí, que algún día todo esto va a cambiar, así como pude cambiar a mi papá, a mis hermanos y mí misma, el resto también puede.

—Espero que tus palabras sean escuchadas y que se vuelvan en una realidad.

—Vas a ver que así será, y el mundo será hermoso, podremos salir a la calle tomadas de las manos sin que nadie nos juzgue ni que nos critique.

—Sería magnífico. Entonces, ¿no estás enojada?

—¿Por qué habría de estarlo? Ya te dije que eso es el pasado, y bueno, yo también fui una completa estúpida.

—No sabes cuento me alegra escucharte decir eso. Y no digas eso de ti misma.

—A veces lo soy, no intentes debatirlo porque vas a salir perdiendo.

Se abrazaron hasta quedarse dormidas. En la noche Margarita comenzó a llorar.

—Mercedes, te toca a ti —dije mientras cubría mis oídos con la almohada.

—No, es tu turno.

—No es así, yo fui anoche.

—¡Ay! Está bien, voy yo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 29, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuerpo de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora