Parte 1; Capitulo 4

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-Veo que ha recorrido un camino largo para llegar hasta aquí- le dice Olivander mientas que la cintilla le media todo lo que se pudiera medir.

- Si, fue un camino un poco largo - le dijo la niña viendo a la nada mientras se dejaba medir. -Pero no me arrepiento, sé que voy a aprender cosas nuevas, ya no hay vuelta atrás - dijo lo último más para sí misma que para el señor frente ella.

El de pelos blanquecinos se le quedó viendo un buen rato, como si intentara descifrar algo. Mientras recorría el cuerpo de la niña en busca de ese algo su mirada paro en los ojos de la niña quien lo veía como si ella supiera que buscaba, pero ni siquiera él sabía que era lo que buscaba y luego lo vio. Vio la magia que irradiaban los ojos de la niña, una magia que para él era algo importante, nunca había visto esa cantidad de magia en los ojos de alguien.

- Así que mitad ninfa eh? - dijo sonriendo para sí mismo.

La niña seguía sumergida en sus pensamientos, sintiendo toda la energía expandiéndose en la tienda, era mucha.

- Usted crea cosas muy poderosas señor Olivander - extrañandolo.

- Si, bueno eso es obvio, son varitas magicas por algo.- dijo Hagrid con inocencia hacia la niña.

- Eso ya lo sé, Hagrid.- dijo la niña hacía el comentario del mitad gigante.

-Si bueno, vamos a lo que vinieron, la varita.- dijo Olivander.

- Claro- dijo Airel.

El señor se adrentró al la pequeña, amontonada, tienda buscando algo en específico, algo especial para alguien especial.

Todos los empaques de las varitas estaban sucios, terrosos, se veía a simple vista que habían esperado por un dueño ya mucho tiempo; unas tendrían dueño pronto, otras no correrían con la misma suerte.

Finalmente el señor Olivander salio de lo que parecía ser un escondite con una cajita blanca con detalles dorados y plateados y la puso muy delicadamente en el mostrador.

-Esta pequeña, es muy especial- le dijo Olivander a la niña delante de el observando como está inspeccionaba con los ojos la varita de más o menos 35cm con ojos de asombro.

La magia que irradiaba era algo que Airel tendría que tomar en cuenta, pues incluso sin haberla visto ya sabía que no era algo que se acostumbrara a ver.

El señor Olivander deslizó la caja de su empaque mostrando una varita que parecía estar hecha de una madera muy palida con detalles en dorado y en plateado.

-La madera es de Wisteria Púrpura Japonesa y el centro es de pelo de thestral. Es muy poderosa y en las manos equivocadas podría hacer quien sabe que barbaridades.- dijo Olivander con precaución en sus ojos. -Pero anda, pruebala.- dijo algo ansioso.

Airel ni un centímetro de tocar la ya sentía el poder tentar sus dedos, y lo que lo unían a ella todas las varitas de sentían igual pero a la vez diferentes, tal vez el núcleo era lo que las diferenciaba, todo, ella lo sentía pero era normal después de todo era su naturaleza, sentía todo hasta la más mínima energía.

Tomó la varita y casi instintivamente la agitó, y de esta salí una luz blanca que alumbró toda la habitación y de esa salio una esfera blanca que voló por la habitación como si fuera suya. Los adultos abrieron los ojos con sorpresa al ver que reparaba todo.

- ¿Que rayos?- murmuró Hagrid viendo a la criatura que volaba por encima de su cabeza.

Cuando se esfumó en el aire, volteó a ver a la niña acusadoramente.

- Para este momento ya deberías saber que yo no soy normal.- murmuro la niña algo molesta.

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Mantenido la cabeza gacha camino hacia su cuarto asignado en el caldero chorreante, estaba cansada y le dolía la cabeza. Hagrid no había parado de hacerle preguntas que simplemente le molestaban más. Para ella lo único que Hagrid había hecho había sido sacarla de su zona de confort. Ya no estaba en el bosque, debía actuar con más precaución, mantener la compostura en todo momento, mantenerse serena.

Y no lo estaba logrando.

Los humanos son muy curiosos para su gusto. Dejo salir un suspiro de desesperación, extrañaba el bosque, era su lugar preferido. Y todo parecía tomar una vuelta para su inconformidad. No estaba acostumbrada a ese estilo de vida, y cree que jamás lo estará.

Noel se le quedó viendo, y dio un chillido que llamó la atención de la niña.
-Es momento de dormir, mañana ya pondrás en orden todos tus pensamientos.- dijo la lechuza.

-Tienes razón, no ganaré nada pensando en esto ahorita- le dio la razón la niña y se recostó en la cama para sumirse en un profundo sueño.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2021 ⏰

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