3. La Sonrisa de los Ángeles

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PENSAR QUE NO LA TENGO

SENTIR QUE LA HE PERDIDO

OÍR LA NOCHE INMENSA, MÁS INMENSA SIN ELLA

Y EL VERSO CAE AL ALMA COMO AL PASTO EL ROCÍO.

PABLO NERUDA.

POEMA 20


El auto cruzaba velozmente por las tranquilas avenidas de Milwaukee, junto a él se encontraba Susana, ataviada con un discreto traje blanco que resaltaba su palidez enmarcada en un sencillo listón negro, la Señora Marlowe conversaba con ella animadamente. Para Terrence era un día como otros, como serían sus días ahora y siempre. ¿Por qué demonios se le ocurriría a la Señora Marlowe ir a visitar a sus primas con el pretexto de entregar la invitación a la boda personalmente?, y además de todo, ¿cómo demonios había convencido a Susana para que la acompañase en aquel viaje?

Es frente al portal azul Terrence.

De acuerdo Señora Marlowe – respondió él sin expresión alguna.

Terry bajó con cuidado a Susana del coche y la llevó hasta la entrada del Porsche como un autómata

Bien Susie, paso por ustedes en una hora.

Terry... ¿no crees que deberías quedarte? Eso sería lo correcto – increpó Susana.

Ya estoy cansado de hacer lo correcto – replicó visiblemente enojado.

Como quieras – dijo Susana tratando de chantajearlo sin obtener respuesta – pero te advierto que eso nos dejará en ridículo a ambos.

Terrence dio la media vuelta y se encaminó hacia su automóvil, encendió el motor tratando de huir lo más rápidamente posible...

¿Huir? ¿a dónde?... hacia Candy, si supiera dónde está.

El carruaje dio vuelta intempestivamente, Terry trató de frenar pero era demasiado tarde, el chirriar de las llantas hizo que Susana volteara... lo último que Terry escuchó fue su grito ahogado llamándolo y la voz de un hombre "llamen una ambulancia, este chico se está muriendo".

Lentamente se mojaba el rostro, las cirugías habían estado a la orden del día y la joven rubia sólo deseaba tomar un buen baño y dormir, sí... dormir y al despertar descubrir que su vida era una pesadilla, un mal sueño que había iniciado desde aquél fatídico día: la caza de la zorra.

Candice...

Sí Doctor James.

Tenemos un paciente urgente, no hay enfermeras libres ¿podría...?

Claro Doctor – espetó esbozando una sonrisa.

Apúrese Candice, viene muy grave, perdió mucha sangre, es una lástima!

¿por qué Doctor?

Es un buen actor, Grandchester, supongo que lo ha oído mencionar... pero ¡muévase Señorita! ¡no tenemos tiempo que perder!

Candy quedó petrificada al oír el nombre y balbuceó

Terry... esto debe ser una pesadilla, Dios, por favor, ¡ayúdame a despertar! – se dijo mientras se preparaba para la cirugía.

Largas horas pasaron, Candy observaba el cuerpo herido de Terrence, la manija de velocidad se le había encajado en el estómago, por suerte sin llegar a órganos vitales, pero la pérdida de sangre podía ser mortal si es que no despertaba.

Afuera, Susana se preparaba mentalmente para lo peor, los doctores iban y venían, pero ninguno le daba razón de Terry. La Señora Marlowe había salido a conseguirle una manta para cubrirla, pues habían decidido esperar ahí toda la noche.

La Sonrisa de los ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora