Cap.2 Las risas del destino

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El primer día que fui, todos me miraron mal como si fuera una especie de monstruo o un insecto de esos feos, me senté al lado de una niña que se veía amable y comenzaron las clases; recuerdo que no puse nada de atención pues me sentía muy incómodo ya que no dejaban de mirarme los demás. En la hora del receso salí rápido y me senté en el suelo al lado del salón, los demás pasaban y me miraban mal yo me limité a comer el sándwich que me había hecho mi mamá y sin previo aviso un niño llegó sentado se a mi lado. Comenzamos a platicar y a él le gustaban los súper héroes igual que a mi, me invitó a jugar y yo acepté, cuando comenzamos a jugar uno de sus amigos me tiró pues no le gusto que le ganará en una carrera los demás solo se rieron; yo me levanté y con todas mis fuerzas lo golpeé, grave error, pues desde ese día se la pasaron molestándome y golpeándome. Las niñas del salón se reían de mi cada que les pedía juntarme con ellas, no fue hasta que les presté dinero que empezaron a juntarse con migo pues era su monedero, yo me encargaba de comprarles dulces o cosas de la papelería. A mí corta edad me di cuenta del poder del dinero, el sucio dinero, del como con una moneda o un trozo de papel puede hacerte más o menos importante.
Cuando trataba de rebelarme y no comprarles nada me enseñaban a obedecer, por un mes no comí nada lo cual causó que me enfermara y faltará por unos días, días que disfrute demasiado como si fueran vacaciones, solo veía a mi hermano llegar de la escuela con una sonrisa. Desde ese momento lo odie tanto y trate de hacerle la vida imposible, ¿Cómo era posible?, cómo era posible que el pudiera llegar con esa sonrisa y yo no; lo golpeé tantas veces pude hacerlo pues quería que el sufriera lo que yo, quería que fuera más infeliz que yo. Nueve, nueve años tenía cuando me deprimí por primera vez, nueve malditos años tenía y ya deseaba dejar de existir. Pero jamás me atreví.
Me daba miedo morir pero era lo que quería, tuve muchas oportunidades de hacerlo pero no lo hice pues mi hermano llegaba con esa maldita sonrisa y me decía que lo había pasado bien. Me presumía que le iba bien en la escuela mientras que yo iba mal, mis calificaciones bajaron de 9 a 7 y 6 lo que le preocupo a mi mamá y me dijo que si no me apuraba me iba a cambiar de escuela en ese momento conocí a “La esperanza”.
Bajé cuanto pude mis calificaciones y finalmente llegó aquel día, mi madre me dijo que me cambiaría de escuela pues no estaba funcionando. Cursé 3ro y 4to  en aquella primaria o más bien infierno, estaba muy feliz por el cambio que no note mis cambios o los que estaba pasando mi familia.

Mi suicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora