siete.

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"Hasta la persona más fuerte, tiene sus momentos débiles"

Llegué a mi casa después del colegio, con un ánimo por los suelos

Después de que Katy y yo habláramos —si es que se le puede llamar así— me la pasé ignorándola lo que quedaba de día

Es que, es injusto. ¿O solo yo lo veo así?

Abrí la puerta, mi mamá no estaba, tampoco mi hermanito. Supongo que están en su nueva peluquería. ¿Debería cortarme el cabello?

Entré y cerré con llave como acostumbraba a hacer en estos días. Miré hacia la cocina y un rico olor a tajadas* atacaba a mi nariz, pero no tenía hambre, no quería terminar vomitando las santas tajadas.

LAS TAJADAS SON SANTAS

Entré a mi cuarto a quitarme el uniforme y darme una ducha, la necesitaba para pensar todo lo que estaba pasando.

Abrí la llave de agua caliente y esperé a que saliera, entré, y pude relajarme un poco. Empecé a analizar todo, cada cosa que había pasado hoy. Me dio tanto dolor, que el envase de champú terminó roto contra la pared. Empecé a lanzar todo lo que tenía a mi alcance.

Salí del baño con mi bata de baño puesta y todo lo que había a mi pasar, se rompía, quebraba, fracturaba, entre otras. No me importaba lo que me dirían después, nada me importaba ahora.

Entré a mi cuarto y muchos de mis cuadernos, inclusive mi bolso, salieron volando.

Estaba harta, estaba molesta, estaba indignada. Quería una manera de drenar todo, algo que me doliera.

Y ahí fue cuando se me ocurrió

Recordé lecturas, videos, inclusive imágenes de cosas de suicidio. Habían muchas técnicas, entre ellas, sacar la hojilla de un sacapuntas. Busqué uno de los destornilladores de mi papá y mi sacapuntas, empecé a sacar el tornillo lentamente y pronto tuve la pequeña —pero filosahojilla en mis manos.

¿Esto estaba mal? No lo sé. ¿En qué estaba pensando? No lo sé

Pensé en hacerme mi pequeña abertura en los brazos, pero luego recordé que mi mamá podía descubrirlo ahí. Lo menos que quería era eso, no más problemas.

Me parecía un lugar perfecto mi muslo, mi gran muslo. Ahí podría cubrirlo con el pantalón

Nadie se daría cuenta

Lágrimas brotaban sin parar de mis ojos. Coloqué con cuidado de no cortarme mis manos —para no dejar evidencias— la pequeña hojilla en mi muslo. Cerré los ojos y empecé a contar hasta tres para presionar y deslizar fuertemente.

Qué dramática

1...

2...

**Ring Ring**

¡¡Maldito celular!! ¡¿Quién coño llama?! ¡¿Es que uno ya no se puede cortar en paz?!

Era José, uno de los nuevos con los que pronto hice una gran amistad. Él estuvo los momentos importantes que han ocurrido en este poco tiempo. Él está enterado de todo, si me llega a escuchar llorando, me mata porque me mata.

Creo que todavía no quiero morir, no de esa manera

Traté de calmar mi llanto y atendí con esfuerzo para que mi voz no sonara entrecortada.

el chico de ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora