Lizbeth

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        —hola —saludo a Emil, —hola    —me responde con voz quebrada, en su mirada noto dolor, preocupación, está sufriendo y no puedo hacer nada para ayudarlo, me quedo en silencio a su lado, —tranquilo todo estará bien —le digo y lo abrazo y el empieza a sollozar en mi hombro, no dice nada pero comprendo su dolor, —gracias   —dice Emil con la voz entrecortada, nos quedamos así un buen momento hasta que se separa de mi y se sienta, yo solo lo miro con la luz de la luna de fondo, noto sus que sus ojos brillan por el reflejo de las lágrimas, en ese momento me doy cuenta de que siento algo especial por el, jamás había sentido eso con alguien más,    —¿Puedo hacerte sentir mejor? —digo rompiendo por fin el silencio, —ya lo hiciste Liz, —me responde el —bueno siempre estaré para ti, para apoyarte, —el sonríe levemente —me da gusto saber que almenos estarás para apoyarme, —deberias dormir —le digo, pues noto su cansancio aún con la poca luz que hay —no puedo —me responde el —intentalo hasta lograrlo —le digo mirándolo a los ojos, —esta bien, pero solo si haces algo —¿Qué? —pregunto al instante —¿Me darías otro abrazo? —no le respondo y lo abrazo, nos levantamos y me acompaña a el dormitorio que me prestaron me abraza antes de irse a su cama, solo lo veo desparecer en la oscuridad, me acuesto en la cama, cierro mis ojos, esperando que mañana las cosas para Emil estén mejor...

La veracidad del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora