"Quiero correr el riesgo"

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Enciendo la pantalla con el dedo índice. Las cejas de Frida Kahlo me sonríen debajo de la vacía casilla de mensajes. Aprieto los dientes. Reviso la señal. 8:03 a.m. Nada.

Golpeteo la birome varias veces sobre la mesa.

Prometió hablarme a las 7:20 a.m. Bueno... no lo prometió en realidad, pero yo lo asumí así. Todos los días despierta a las 6:50 a.m. Primero pelea con la almohada un rato porque nos vamos a dormir tarde. Hablamos mucho, a veces hasta las dos de la mañana, nunca me envía fotos, pero siempre se queja de sus ojeras. Desayuna café negro y nada más, quizá ese es el motivo del porqué le duele la cabeza después de ir a correr, cuando practica para atletismo. De su casa, como es buenx en eso, sale casi corriendo a las 7:15 a.m. porque sus hermanxs se demoran en el baño. Llega a la parada del bondi con el corazón agitado, el colectivero nunca lx deja, pareciera que ya lx conoce bien. Le sonríe y se sienta junto a la ventana en el quinto asiento hacia atrás del lado derecho. Es ahí cuando saca el celular del bolsillo de su jean y sus dedos teclean una sonrisa mía, que viaja a la velocidad de la luz para hacer vibrar mi teléfono y cumplir su objetivo. Para entonces son las 7:20 a.m. o 7:25 a.m. como mucho.

Hace más de cincuenta minutos sucedió aquella rutina, pero en ella yo no fui incluidx.

Observo la pantalla del aparato, que ahora es solo un espejo oscuro, reflejando mi rostro ansioso mientras me arranco la piel de los labios con los dientes. Sé que si enciendo la pantallla no habrá ningún mensaje, he estado atenta cada segundo y estoy segura de que no ha habido señales suyas. Sin embargo, lo compruebo otra vez. No hay mensajes nuevos. Un líquido ardiente me invade la caja torácica ascendiendo desde la garganta.

Ya le aburrí. O se asustó... O fui muy directx anoche cuando le dije eso.

¡Ay no! ¿¡En qué estaba pensado!? Si solo nos conocemos hace cuarenta y siete días... ¿¡Acaso me volví locx?! ¡Soy tan estúpidx! ¡¡¡¡Dios, no hay suficientes signos de exclamación!!!! Jamás volverá a hablarme. Me bloqueará. Eliminará mi número.

Y yo... pasaré el resto de mi vida esperando una señal suya, aunque sea de humo.

Entierro la cara entre las manos. La clase de Biología continúa de fondo. El líquido amargo y ardiente me sube a la boca. El sabor es asqueroso, me dan nauseas.

Al rededor el salón de clases está lleno, pero para mi sigue todo en silencio.

Se terminó. Para siempre. Nunca nos volveremos a ver, ni siquiera virtualmente.

Suspiro. Me despido en mi cabeza. De a poco, el universo vuelve a tener sonido, todo sigue su rumbo. Lo acepto y acepto la culpa. Me dejé llevar. Pero está bien...

Cuando estoy a punto de perdonarme, la mesa se mueve. Vibra. El espejo oscuro se ilumina. Frida Kahlo sonríe. Yo también.

Son las 9:30 a.m.

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Planee está historia con la idea de sólo un simple capítulo corto, pero quiero saber qué opinan ¿podría seguir escribiendo algo más? ¿otra historias parecidas en este mismo libro? ¿dejo todo como está?

¡Haganme saber su opinión!

Es lindo volver 💖

-Juli

7:20, la espera eterna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora