Por una tregua

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama. Este fanfic procede del original elaborado por Odette Vilandra, quien me ha otorgado permiso para relanzarlo y continuarlo, hasta su conclusión.

[...]

Uno de los administradores de clase alta en la estación de naves escuchaba, con evidente cansancio, el extenso informe que recibía de un saiyajin recién llegado de su última misión en Yukondai.

—¿Y los naturales? —arqueó las cejas.

—Muertos —respondió Toma—. Su nivel de pelea era muy elevado, pero eso no nos impidió terminar con la purga.

—Aun así, demoraron.

—Sólo cuatro días. La información que nos dieron sobre los habitantes de Yukondai no era exacta.

—¿Pretendes excusar la tardanza de tu escuadrón con un error del sistema?

—No sé qué más podría decirle al respecto. Únicamente transmito las órdenes de mi capitán.

—Pues él debería rendir cuentas, en tu lugar.

—Recibió heridas muy severas. Ahora está recuperándose en un tanque.

—Como sea, esto no se debe repetir —el administrador dejó su asiento— y agradece que fui yo quien te evaluó —miró el informe que él mismo redactó, en base al testimonio de Toma—. El General Karbash no tendrá piedad cuando le notifique los resultados al Rey Vegeta.

—¿El Rey Vegeta? —el compañero de Bardock se preocupó.

—¿Quién más, si no, habría ordenado un viaje tan lejano? —sonrió con malicia— Ahora vete. Dile a tu capitán que venga cuando se recupere, a ver si su versión puede corregir esta cosa —agitó el informe.

Toma dio media vuelta hacia la salida. Ya fuera de la oficina de administración, dio un fuerte suspiro y secó el sudor de su frente: en toda su vida, jamás había imaginado suplantar a su líder y ahora estaba completamente seguro que la capitanía era un trabajo que no deseaba ejercer. Pensó en Bardock y por un rato, comprendió el enorme peso que llevaba sobre sus hombros.

—¿Cuáles son sus órdenes, Capitán Toma? —Toteppo hizo un gesto cómico.

—Cierra la boca —frenó su broma—. Están molestos, dicen que demoramos mucho en la misión.

—¿Y para qué nos mandaron allá, si van a quejarse? —refunfuñó Panppukin.

—¡Sé más cuidadoso! Fue una orden directa del Rey.

—Aaah —se controló—, pero igual es injusto que todo recaiga en nosotros.

—¿No será porque purgamos planetas, genio? —dijo Toteppo, sarcástico.

—Bueno, ya —Toma sacudió la cabeza—. ¿Cómo están Bardock y Selypar?

—Ella salió hace poco —señaló con su cabeza.

El saiyajin dejó a sus compañeros y caminó hacia la sala de recuperación: allí se encontraba Selypar, vistiendo una nueva armadura y un spandex fucsia que se ajustaba a su silueta, dejando sus piernas al descubierto. Aquel panorama dejó a Toma sin palabras, hasta que su consigna y el sonido de un rastreador lo hicieron reaccionar.

—¿Eh? —Selypar captó el beep de su dispositivo y volteó— ¿Qué haces ahí?

—Nada —frunció el ceño—. Vine a comprobar el estado de Bardock.

—Ha sanado a medias —tomó asiento, no muy lejos de un vestidor.

—¿Y tú cómo estás?

—¡Mejor que nunca! —hizo una mueca de burla y enfado— Si ya terminaste, lárgate y déjame en paz —volvió a darle la espalda, ajustando su bota izquierda.

Amor en tiempos de purgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora