Despedidas

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Zacatecas

(República Federada de Aztlán)

[Mónica Esparza rebusca en uno de sus cajones y extrae una carpeta blanca que me entrega.]

Tenga, es una copia de todo mi archivo. Con las cosas como están lo mejor es tener todas las copias posibles y en distintos lugares. Es información e incluso algunos testimonios de cómo fueron las cosas en México al principio de la pandemia. Uno de sus grandes periodistas dijo que "las noticias son el primer borrador de la historia" (1), por eso quiero que usted se lleve esto y lo ponga a salvo.

Espero que me entienda. Tengo fe en mi gobierno y en las cosas que estamos haciendo aquí. Tenemos asentamientos en construcción y en reconstrucción en lo alto de la Sierra Tarahumara, ahí de verdad hace frío, y hemos fortificado varias ciudades pequeñas con una población mucho más manejable. De hecho, ahora que los edificios ya están remodelados y reforzados, todo el gobierno nos vamos a trasladar a Fresnillo y vamos a dejar esta ciudad, que puede convertirse en una enorme tumba si nos descuidamos tantito.

Tengo fe en que vamos a salir adelante, pero una nunca sabe. Nunca hay que poner todos los huevos en una sola canasta, ¿verdad?

Ocelotepec

(República Unificada del Mayaab)

[Carlos Hernández cierra su oficina mientras yo lo espero para encaminarnos a los campos de cultivo que se ubican en las terrazas en las laderas del cerro.]

¿Y su familia?

Mi tía desapareció. En cuanto mi papá pudo ponerse de pie, ella robó una pistola de uno de mis tíos y salió a escondidas esa misma noche, supongo que a buscar a su hija. No supimos más de ella.

Mi hermana falleció al segundo año. Fue un brote de disentería que mató a 14 personas.

Mi papá, como usted sabe, sobrevivió a la guerra y fue el fundador del Ministerio de Planeación y Prevención de Desastres de la República del Mayaab. Murió el año pasado a los 57 años. Todas las privaciones y las enfermedades que aguantamos en ese tiempo le cobraron un precio muy alto... a todos nosotros.

Pero, al mismo tiempo, nos dejó un gran legado. Un enorme legado. Todo esto que ve [hace un gesto para abarcar la ciudad que nos rodea] fue, en gran parte, obra suya. Las rutas de evacuación, las terrazas de cultivo que también sirven como segunda línea de defensa. Las rampas plegables que interconectan los edificios de departamentos. Los fosos, los puentes levadizos, las escaleras plegables.

Él y sus ingenieros nos dieron no solo seguridad, sino esperanza para el futuro.

Cuauhnáhuac, Morelos

(Estados Unidos de Toltec)

[Salimos de la cantina, hace frío en esta ciudad que antes apodaban "de la eterna primavera" y Alarcón prende otro cigarrillo mientras caminamos hacia mi hotel.]

Nunca creí que lo lograríamos, ¿sabe? Hubo muchas veces, desde que escapé de Isla del Carmen, en que de verdad creí que íbamos a valer madres... ya sabe, la humanidad.

[Asegura la maquahuitl que se balancea junto a su muslo derecho.]

Pero cuando los Zetas nos reunieron a todos y empezaron la contra-ofensiva, aprovechando que los gringos ya casi habían limpiado su territorio, me di cuenta de que podíamos hacerlo. Por primera vez en años me permití ver un rayito de esperanza.

¿Hice cosas horribles? Sí, las hice, antes y durante la guerra, pero ahora tengo una familia y quiero heredarles un mundo un poquito más seguro que este que tenemos. Si puedo dejarles aire un poquito más puro, agua un poquito más limpia, un bocado más en cada comida, entonces me daré por bien servido.

Todavía nos falta mucho, a la raza humana y a este país. Somos una nación nueva, pero ya no cometeremos los errores del pasado. Con mano dura, una voluntad firme y buena guía saldremos adelante.

***

Notas

(1).- Benjamin Bradlee (1921-2014), periodista y editor estadounidense.

Guerra Mundial Z. MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora