O2

2.4K 259 0
                                    

Me identificaba como una persona cerrada. No contaba nada acerca de mí, tampoco era como si lo intentara.
Cuando lo conocí a él, se mostró amigable y atento. Siempre preguntaba si quería desahogarme o contarle algo que me aterraba. Resultó ser un gran amigo en muy poco tiempo. Aunque nuestras vidas eran completamente diferentes, había algo que nos unía a ambos de una manera especial y distinta a los demás.

Cuando iba a su habitación, donde él se encontraba acostado en una cama con muchas agujas y líquidos conectados a su brazo, nos contábamos muchas cosas que, si bien no tenían mucha importancia, pasábamos un buen rato conociéndonos y riéndonos de nuestras anécdotas graciosas.

Habían pasado dos semanas, y sentía que lo conocía desde mi nacimiento. Tan cercanos éramos, que nos comenzamos a enamorar uno del otro sin querer.
No lo íbamos a aceptar nunca, pero, si alguna vez lo hubiéramos dicho y fuésemos más que amigos, no iba a durar nada pues, mientras él quería seguir viviendo porque amaba la vida, yo hubiese dado todo por morir en ese mismo instante.

Aunque hayan sido mis días más felices, pensar en la muerte me hacía sentir más vivo y feliz que nunca




With meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora