Llevo horas, días esperando...
21 de Marzo del 2018, 14:00 hrs
Después de que me enteré de todo, volví lo más rápido que pude a casa, estaba más acelerada que nunca y para colmo a mi celular le quedaba 20% de batería. Normalmente me demoro una hora y media aproximadamente en llegar a casa, pero en esta ocasión fueron 3 horas. Perdí tiempo en poder subirme al metro subterráneo, habían muchas personas histéricas, otras que ni se enteraban de lo que estaba pasando, solo lo sabían por los comentarios de los demás. Yo por otra parte, estaba preocupada de mirar a mi alrededor para asegurarme de que no hubiera nadie con actitudes extrañas. Al entrar al tren, todos estábamos apretados, la gente angustiada empujaba para poder caber en el interior, pero no había más capacidad. En media hora lo transportes iban a dejar de funcionar debido a que ellos también se arriesgaban a ser atacados, incluso ya habían micros tiradas en mitad de las avenidas. El metrotren en el que iba solo llegaría hasta cierto punto, un lugar que no me favorecía del todo. Aquí era donde yo agradecía tener aún un poco de batería y señal.
Por lo nerviosa que me encontraba en ese entonces no había atinado en tomar el celular, sentía que un solo despiste podía jugarme una mala pasada. Esto no significaba que no estuviera preocupada, porque lo estaba. La corta conversación que tuve con mi cuñado me había dejado mas tranquila, saber que todos estaban bien en casa, en especial mi novia, Loreto.
Desde el lugar donde quedé varada hasta mi hogar era una media hora aproximadamente, Exequiel tardó entre unos quince a veinte minutos en llegar a donde estaba yo. Durante la espera me dirigí al muro más cercano con la intención de mantener mi espalda pegada a él ¿el objetivo? cuidar mi espalda y así poder tener una visión más amplia de lo que ocurría a mi alrededor. Tenía mi corazón a mil por hora, veía a personas abalanzarse sobre las avenidas pidiendo que les llevaran en auto al menos cerca de sus casas, los conductores de estos autos ignoraban completamente a estas personas, quizás por miedo.
Debido a la conmoción expresada en las calles y la desesperación de las personas, me imaginé que ellas actuarían con nosotros como lo hicieron con otros autos que pasaban por aquella avenida, imaginé que se pondrían por delante o por los costados a golpear el auto pidiendo entrar, y eso me aterraba porque no sabíamos quien estaba infectado y quién no. Con esa idea en la cabeza, a penas subí al vehículo le dije: ¡¡Acelera!!; era para evitar que lo que me había imaginado sucediera. Iniciamos la marcha hasta nuestra casa, durante el camino veíamos personas correr, ahí nos dimos cuenta que no corrían solo para poder llegar a casa, lo hacían porque a este sector de la ciudad ya habían llegado las personas infectadas, me di vuelta a mirar notando como varios de ellos se abalanzaban sobre las demás, mordiéndolas y, aunque suene asqueroso, comiéndoselas. Algunas de estas personas simplemente fueron mordidas y corrían cubriendo sus heridas como si eso las fuera a salvar de que la infección no siguiera causando efecto en ellas.
Finalmente llegamos a casa, lo primero que hice fue confirmar que estaban bien, mi suegra y Lore. A pesar de que lo estaban, Lore estaba preocupada, de la misma manera que lo estaba su madre. Se entendía que, quizás pensaban que durante la ida a buscarme, a Exequiel o a ambos, nos podía pasar algo durante el trayecto de vuelta, gracias a Dios no ocurrió nada.
Al entrar a casa, abracé y besé a mi novia y luego abracé a su madre, María. Nos acercamos a la sala de estar, tomamos asiento cada uno en un sofá, ahí fue donde respiré profundo para relajarme un poco y por fin hablé:
- Todos saben lo que está sucediendo, por esto es que debemos juntar agua, comida y armar una mochila para cada uno. Hay que juntar cosas para armar un botiquín. Además, la mochila debe tener un par de prendas de abrigo, linterna, una botella con agua.
Eso era lo básico, porque necesitaríamos armas y no las teníamos, debíamos conseguir más comida y productos de alguna farmacia para poder meter al botiquín común. Nunca pensé que realmente sucedería algo como esto y menos tener que salir a recolectar suministros. Pero lo más complicado, sería el conseguir las armas. Si bien existían tiendas que vendía todo tipo de armamento, el problema era que éstas estaban en el centro de la ciudad, donde probablemente estaba todo el caos y no creía que ir a ese lugar fuera, precisamente, una muy buena idea.
25 de Octubre del 2019, 19:00 hrs
Hoy en día ya estoy mas equipada que nunca, y debo contarles una realidad: la ciudad está en llamas, destruida, hay casa que las han modificado un poco mientras han pasado los días. Hay personas que se han matado por robar armas y comidas a otros; otros que prefieren estar solos y no confiar en nadie, algunos se mantienen ocultos sin salir de casa probablemente muriendo de hambre. Y yo, estoy acá, estoy formando las filas del ejército ¿y saben que más? a causa de las granadas, por los disparos, por todas estas herramientas que tiene el ejercito y, claro, por los zombies, la ciudad ha quedado devastada y cuando se cumplió un año del inicio nombraron a esta eventualidad, "Apocalipsis Zombie".
Yo aun no puedo saber nada de mi familia, mi novia, mi cuñado, mi suegra y mis amigos. Sí ellos son mi familia y amistades acá en Santiago. Y si a ellos no los he podido ver, menos me he podido comunicar, ni ver a mis padres y hermano , ellos están en mi ciudad natal, Antofagasta.
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Sólo Sobrevive, Todo está en tu mente.
Ciencia FicciónEl virus se empezó a propagar, Chile era el ultimo país que quedaba intacto pero lamentablemente esto no era como en las películas, lo que tanto deseaba dejó de ser divertido.