Capítulo 6

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Despierto y esta vez, en lugar de estar mi familia alrededor de mí, hay cámaras, micrófonos, y mucha más gente. Todos hablando a la misma vez. Siento los gusanos caminar por mis brazos y me sacudo rápidamente. Esos bichos ya se habrán metido por mi cerebro...

—Señorita, por favor, cuéntenos...

—Morena, ¿cómo hizo para sobrevivir...?

—¿Ya sabías que sufrías de esta grave enfermedad?

Todas las preguntas al mismo tiempo. Flashes de cámara, micrófonos a centímetros de mi cara, todos mirándome fijamente...

—¡Déjenme en paz! ¡Malditos fantasmas! —grito. Se quedan en silencio con expresión asustada. Agarro mi almohada y me tapo la cabeza con ella. No voy a permitir que me vuelvan loca estos espíritus. Me río— ¿Ustedes están muertos también? ¡Están todos muertos! Por eso me acosan, soy la novata en este cielo —río más fuerte— Díganme, ¿quién es Dios? Tengo que hablar con él...

—Tenemos que llamar a la enfermera —dice una mujer.

—¿Hay enfermeras en el cielo? —cuestiono. Llamo a Marcos con la mente pero no aparece.

Otro pinchazo en el brazo y me río por el cosquilleo que produce en mi vena. O son bichos infiltrados en mi cuerpo. Meto las uñas en la carne de mi brazo, hasta que me hago una profunda herida.

—¡Quítenme los insectos! ¡La tierra me los puso! ¡Quítenmelos! ¡Quítenme...!

Comienzo a reír desaforadamente hasta que me sumerjo en una oscuridad atrapante, aunque todavía estoy consciente y puedo escuchar todo lo que hablan...

—Vamos a tener que internarla... —comenta un hombre.

—Pero si ya está internada —reconozco la voz de mi mamá.

—No señora, lamento decírselo. Esta chica está entrando en la fase número dos de la locura. Dice cosas sin sentido, se ríe sola, cambia de humor constantemente, llama a un tal Marcos... hay que internarla en un psiquiátrico. Puede que tenga esquizofrenia.

Mi mamá suelta un grito ahogado y luego un llanto apagado.

—¿Tan loca está?

—Está traumada... la mayoría de las personas que salen vivas de un entierro prematuro se vuelven locas, viven pensando en que eso puede suceder de nuevo y hasta le toman desconfianza a su familia. Además, varios estudios demuestran que las personas que sufren catalepsia es porque están en la primera fase esquizofrénica. Lo mejor va a ser internarla en un lugar así y haremos lo posible para que vuelva a ser normal. Lo siento mucho, pero cuanto más rápido la internemos, más rápido va a recuperarse.

¿Me van a internar en un loquero? Me río mentalmente. Marcos me dijo que no me vuelva loca porque la comida de allí es horrible. Marcos, Marcos, Marcos. ¿Dónde estás?

Abro los ojos de golpe cuando siento a alguien tocar mi mano. Es mi madre.

—Hijita... —dice, con lágrimas en los ojos— No quería que esto pasara —saco mi mano de su agarre.

—Fue todo por tu culpa. Vos no viviste lo que yo viví... oscuridad, miedo, hambre, sed, los gusanos caminándote por la piel. Nunca vas a saber lo que se siente. ¡Dejáme en paz! Hubiese muerto en ese lugar... —digo entre dientes, con mis palabras llenas de odio— ¡Ojalá te entierren viva y nunca logren sacarte!

Ella sale inmediatamente de mi habitación, llorando.

Unos minutos después, llegan unos hombres y me esposan las manos.

—¿Qué están haciendo? ¿Por qué me ponen esto? Suéltenme, hijos de puta.

No pronuncian palabra mientras me sacan rápidamente de la camilla. Pataleo, pero los hombres son fuertes y se resisten a soltarme. Grito con voz aguda pero lo único que logro es llamar la atención de la gente en el pasillo del hospital.

—¡Déjenme ir! ¡No estoy loca! ¡No lo estoy!

Uno de los tipos pone una mano sobre mi boca, tiene un olor raro, como a alcohol... me quedo dormida al instante.

Despierto en otra camilla. Un cuarto todo blanco, con apenas una ventana que da a un patio y una puerta del otro lado. ¿Dónde estoy? Llevo puesto un camisón blanco y una etiqueta que no logro leer lo que dice. Lloro, me internaron en un loquero en serio.

Luego me río muy fuerte, la carcajada más fuerte que hice en mi vida. Esto es increíble, dejo de estar encerrada en un ataúd para volver a estar encerrada en un cubículo blanco.

—¿Quién está ahí? ¿Tengo nuevo vecino? —me dice una voz bastante conocida desde el otro lado de la pared.

—Me llamo Morena. ¿Quién sos vos?

—Hasta que te volviste loca... soy tu amigo. Marcos Baxin...

—¿Sos real? ¿Entonces no estoy esquizofrénica? —cuestiono atónita, rasguñando mi piel al sentir un bicho caminándome.

—Te dije que soy real, pero seguís estando loca.

Me arrastro por la habitación en silencio, en busca de aire. Golpeo las paredes, Marcos se ríe.

—¡No estoy loca! —grito— ¡Sáquenme!

Araño la puerta hasta que mis manos sangran, abriendo las heridas que me hice cuando rasgaba el ataúd. A su vez, el encierro abre las heridas de mi entierro prematuro, provocando que chille de tal manera que escupo sangre de mi garganta. Mi compañero estalla en carcajadas, yo estallo en llanto.

Quizás sí estoy un poco loca. Quizás hubiera sido mejor morir en mi propia tumba.

FIN

CatalepsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora