I
Ahora
Cuando el avión toma tierra, Lotta no es plenamente consciente de donde se ha metido. Trata de ver algo a través de la ventanilla pero más allá solo existe una neblina gris y densa que lo cubre todo con un halo de urgencia. Las azafatas del vuelo demandan a los pasajeros que se mantengan en sus asientos mientras repasan el protocolo de salida. Nadie puede abandonar la cabina sin una Unidad de Filtración Purificadora que cumpla con los estándares autorizados por el Gobierno. Lotta lleva la suya en las manos desde que salió de Copenhague, y la aprieta con tanta fuerza que se ha dejado las marcas de las uñas. Es su salvavidas y no está dispuesta a perderlo. No después de lo que ha visto en la frontera.
Le sorprende que cuando la capitana del vuelo anuncia que pueden marcharse, algunos de los pasajeros se amontonan en el pasillo, empujándose los unos a los otros en un estúpido intento de ser los primeros en hacer tierra. Otros, como ella, aguardan con paciencia a que los ocupantes de las primeras filas despejen el espacio para salir cómodamente.
―Gracias por volar con Norwegian Airlines ―le dice una de las azafatas con la voz entorpecida a causa de su mascarilla―. No baje sin colocarse la Unidad de Filtración.
Lotta obedece y cabecea en señal de agradecimiento. No ha facturado ninguna maleta pues no pretende quedarse más tiempo del necesario en esa anacrónica ciudad propia del más dantesco de los cuentos.
―¿Qué diantres le ha hecho viajar desde Copenhague hasta aquí? ―pregunta uno de los vigilantes al repasar su pasaporte. Aunque solo habla en voz alta y no tiene ningún interés en que Lotta le conteste―. Las ciudades reimaginadas están hacia el Norte, ¿recuerda, señorita Clarensius?
―Lo sé, lo sé... ―masculla. No puede tenerle en cuenta el reproche al hombre. Ella sabe que viajar hasta Atenas ha sido una auténtica locura.
Sale a la calle y el ruido de los vehículos consigue atorar sus sentidos. El humo se le mete en los ojos, que lloran sin compasión, los cláxones suenan de manera estridente, lejos de componer algún tipo de melodía, y el aire huele a carburante quemado. No hay cielo. No hay nubes. No hay sol. Solo una oscuridad que te envuelve y te camufla.
Alguien le da un empujón y le grita, pero Lotta no entiende nada de lo que dice. Recuerda entonces que ya puede encender sus extensiones personales y descubre su muñeca para activar a Siri, la cual ha implementado de manera muy inteligente con una actualización de traducción simultánea. Su pulsera multiestacional emite un sonido agudo en el mismo momento en el que recobra sus funciones, y Lotta no puede evitar leer su mensaje:
«Calidad del aire: insuficiente».
―Menuda sorpresa ―murmulla. Está resignada a padecer alguna afección, pero siente que no puede eludir el viaje.
Extrae la foto del bolsillo interior de su cazadora y la mira con cariño. Dos personas, un contexto difuso y en el reverso, una dirección. Es todo lo que tiene y no piensa desaprovecharlo.
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Reimagina (Completa)
Ciencia FicciónLotta vive en Lund, una de las ciudades reimaginadas en donde la eficiencia energética es una de las prioridades, los coches particulares no existen y las personas controlan sus necesidades nutricionales para no desperdiciar los recursos del planeta...