✧ ¿Rechazo? ✧

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Las agujas del reloj parecían no moverse; Phineas podía jurar que habían pasado por lo menos diez minutos desde que observó el artefacto por última vez, pero este insistía en que había sido solo uno. Su impaciencia comenzaba a hacerle perder los estribos.  ¡No aguantaba más! ¿Cómo es que su padre continuaba repitiendo sin cansancio la historia de Danville? Ya se sabía todo aquello al derecho y al revés, incluso, gracias a la máquina del tiempo, había podido estudiarla más de cerca.

Cincuenta y ocho, cincuenta y nueve... ¡Sesenta! Y bueno, había pasado un minuto más. Había empezado con ese aburrido juego de contar los segundos hacía... ¿Cuánto? Una hora. Sí, así de aburrido estaba. A Phineas le agradaba pasar tiempo con su padre, lo que definitivamente no le gustaba era el tener que escuchar los mismo doce veces seguidas.

Suspiró, ni siquiera tenía a Ferb cerca para quitarse el aburrimiento, ya fuese inventando, jugando o solamente disfrutando de su presencia, quería tenerlo cerca. Era su novio, joder... ¿Qué tan difícil era llamarle por lo menos una vez? Podría llamarle él pero... pero... no quería parecer un encimoso. Es decir, se la pasaban juntos 24/7, cualquiera podría cansarse de ello, pero Phineas estaba muy cómodo acompañando siempre al peliverde, y es que lo amaba tanto que era difícil el alejarse de él aunque fuese sólo un día.

Sus pensamientos fueron abruptamente cortados cuando la canción de: "tuyo el verano es", que usaba como tono de llamadas en su celular, resonó en su mochila; al ver el contacto sonrió y todos los malos pensamientos abandonaron su cabeza instantáneamente.

— Ferb... — murmuró con voz dulce al tomar la llamada.

— Phineas, cariño, ¿estás bien? — preguntó el mencionado, del otro lado de la línea — ¿Papá está bien? — una mota de preocupación teñía su voz y eso le alarmó.

— Claro que sí, ¿por qué no lo estaría? — inquirió el menor, a lo que el peliverde suspiró aliviado.

— Vanessa llamó y dijo... — Oh, oh.

—"Lo juro, incluso restringiré sus llamadas si eso te tranquiliza" — se oía enojado — Me alegra saber que mi novio no es un mentiroso.

— No lo soy, pensaba hacerlo, de verdad, pero se me olvidó —  el silencio después de eso le hizo temer, Phineas podía ser toda una perita en dulce, pero era un poquito celoso, y cuando se enojaba, se enojaba. Eso significaba para Ferb el tener que pedir perdón, rogar, consentirlo con dulces y regalos, esperar pacientemente en abstinencia a que le perdone y toda una tarde romántica — Mi amor, lo prometo, eres el único para mi.

— ¡No me vengas con eso Ferb Fletcher! — quizá había hecho algo mal, ahora parecía aún más molesto — ¡Eso es lo que le dicen a las cachudas de las telenovelas! — Ah, eso era.

— Venga ya Phineas, me conoces mejor que nadie, sabes que yo no te miento — el susodicho suspiró, lo sabía, pero bueno, si no hacía drama, no era él.

— Bien, como digas... ¿Qué fue lo que te dijo Vanessa? — preguntó, recargándose en la pared del emporio de antigüedades.

— Me pidió perdón por algo que hizo su padre en el emporio de antigüedades — explicó.

El pelinaranja miró alrededor, no parecía haber nada fuera de lo normal salvo... un momento... Eso en la viga del techo... ¿Era un cuervo?

Y sí, lo era. Repentinamente la estancia se llenó de cuervos que revolotearon de aquí para allá sobre la cabeza los clientes. Phineas no entendía lo que estaba pasando y parpadeó varias veces, completamente confundido.

•°Mi Querido Hermano°• [P&F]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora