Caballeras contra el sistema

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Caballero: Adjetivo masculino. Hombre que se comporta con cortesía, nobleza y distinción.

O también, adjetivo patriarcal que intenta justificar la amabilidad de una persona por su sexo siempre para con el sexo opuesto, considerado tan débil que no puede hacerlo por si misma. El hombre que realiza una acción de 'caballero' siente merecerse algún tipo de reconocimiento ya que como el diccionario lo dice, supone distinción.

'Las damas primero' parece inocente hasta que nos acordamos que vivimos en un sistema que no está hecho para nosotras. ¿Donde está el truco? Casi que se siente el sarcasmo de una mano levantada invitando a pasar, como si fuese algo de lo que deberíamos estar agradecidas.

Ahora bien, no es la acción en sí lo que pongo en jaque, ni que te abran la puerta, ni que te dejen pasar primero sino que haya un adjetivo que exista solo para ser adjudicado a los hombres cuando son o quieren ser amables. Porque nosotras tenemos que ser amables todo el tiempo, ¿verdad?

Este patriarcado caballero, también se presenta vestido de amabilidad económica. O al menos así empieza.

Me gustaría aclarar que cuando una persona trabaja gana independencia económica y eso es igual para cualquiera de ambos géneros aunque para nosotras las mujeres, la brecha salarial sigue existiendo así que ganamos menos por el mismo trabajo. Bueno, otra cosa más que tenemos que soportar no hace mucha diferencia, ¿no? No se ustedes pero fundar una civilización feminista en otro planeta no me deja de parecer mala idea.

*Suspira imaginando*

Entonces cuando una pareja empieza a conocerse, sale. A tomar algo, a comer, al cine. La mayoría de estas veces y más si fue educado 'caballero', él se ofrece a pagar la cuenta. Si le explicas que no es necesario y sacas tu billetera, pueden pasar dos cosas. Una que lo acepte más allá de lo que le parezca o no correcto (quizá anda medio en la lona ese mes, quizá la abriste los ojos de que no tiene por qué pagarte nada y lo liberaste del mal, quizá no le importa) y la otra opción es que no te deje abrir la billetera.

Esto, aunque sea un buen gesto según él y su mamá, no lo es si vos no lo crees así y menos si vos ya habías tomado tu decisión. Pareciera que no vale, ¿no?

Para evitarte un mal rato, una discusión con alguien que recién conoces y medio que te gusta(ría saciar tu líbido) sumado al hecho de que es viernes a la noche, aceptas y te tragas tu queja. Bueno...hasta acá todo mal.

Discutirle a un muchacho caballero es un paso primordial porque si no les cuestionamos el status quo, no hay chance de llegar a nuestra añorada y querida revolución feminista. Si querés evitar la escena frente al mozo, tené esa conversación cuando se vayan de ahí. Depende de lo que salga de eso, vas a ver un nuevo espectro del muchacho, de esos que hablamos antes.

En una relación propia del estereotipo y más de la que vivieron o viven nuestros papás y abuelos, el hombre que trabaja es el que paga las cuentas. No solo las del restaurant, sino las de la economía del hogar. Ese hogar que la mujer cuida, el hombre mantiene. En esa economía caballera quizá pero si o si patriarcal, es el hombre quien tiene el control financiero. Parece que al final no quieren que las mujeres ganemos lo mismo o más que ellos porque al fin seríamos libres de hacer lo que quisiésemos. Si estamos atadas económicamente, a veces el último y único hilo que ata a una mujer a un matrimonio, estamos atadas a un sistema patriarcal.

¿Y qué mas necesitan si tienen una mujer que les cuida la casa y los hijos, una amante y su propia plata? La respuesta es nada mientras nosotras necesitamos feminismo.

Otra historia de esta palabra, es de cuando los caballeros eran quienes podían mantener un caballo. Peleaban con él en la guerra y como Don Quijote, dedicaban su vida al ideal de justicia.

Así empezaba el caballerismo, el hombre jugaba a matarse contra otros hombres mientras nuestras ancestras cuidaban los hijos, la casa, y guardaban sus propios deseos en un cofre cuya llave encontramos nosotras años después revelando la verdadera injusticia por la que esos hombres nunca pelearon; La igualdad de géneros.

Por suerte llegó este tiempo histórico que nos debemos desde siempre y damos vuelta la cuestión exigiendo nuestro lugar como caballeras. No de las que necesitan de ese título para hacer un acto amable sino para ser amables con nosotras mismas peleando por nuestros derechos. No contra nosotras sino juntas contra el machismo.

Y si todavía sentís apego al pasado, sos un romántico sin causa y crees más querés ser caballero, hacele sexo oral a tu doña quijote.

Tuvo un día largo luchando contra el patriarcado.

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