Atsushi Nakajima x lectora

||Cap 2||

Me llamo T/n. Tengo diecisiete años.
Viví y crecí en Yokohama, justo donde estoy ahora.
Debo decir que mi infancia fue bastante mala. Horrible mejor dicho. Je, ¿y que por qué?

Mis padres eran dos personas fabulosas que me atendían perfectamente. Me querían y yo les quería a ellos. No les llevaba la contraria nunca y por esto las regañinas eran bastante reducidas. En resumen, me comportaba como una niña obediente.
También tenía una hermana mayor con la cual me llevaba muy bien. Me llevaba y traía del colegio, jugábamos juntas, me enseñó a leer y escribir mejor...estábamos muy unidas.
Pero hubo una temporada donde me sentía muy mal. Me enfermaba sin parar y nunca estaba de buen humor. Nuestros padres aterrorizados me llevaron al hospital el día en el que empecé a mover los muebles sin poder controlarme y el médico especialista en habilidades me recitó la mía.
Yo no era una persona normal.

Aun así, mi familia me quería igual que antes, tal vez más. Aprendí a calmarme para mantener mi poder a raya.

Pasaron dos meses desde que supe mi poder y en esos dos meses mi ojo izquierdo cambiaba muy lentamente. Nadie de mi familia lo sabía, y yo ni me inmuté...
Empecé la escuela primaria, tenía compañeros muy agradables y las profesoras aún más. No me acuerdo de dónde saqué la motivación para estudiar pero el caso es que mis notas eran altas y todos estaban felices.

Pero cada cosa llega a su fin.

Mi familia y yo nos mudamos a la otra punta de Yokohama así que tuve que empezar el instituto allí. Mi peculiar ojo era muy diferente a lo que yo me recordaba. Se lo comenté a mis padres, que me aseguraron que era algo que tenía que ver con mi poder y demás... me lo creí.
Llegué contenta al instituto el primer día de clases, diciéndome a mí misma que me esforzaré por todo y por más, y que no diría a nadie que tenía una habilidad mágica.
Entré en el gran edificio y pregunté por mi clase, después me dirigí allí.
Me senté en mi asiento cuando el profesor se presentó y miré a mis compañeros. "Parecen un poco rudos" me dije a mí misma. Y tenía razón.
Ya el primer día entre las chicas se esparcieron cuchicheos sobre mi ojo anormal, yo claramente no prestaba atención a eso porque ¿cómo sabría de que estaban hablando de mí?
Tan ingenua salí del instituto cuando terminó el día. No me podría ni imaginar lo que me esperaba en ese año.