Memorias De Viento

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Sus adoloridos huesos parecían estar quedándose sin las energías vitales que cada persona necesitaba para moverse cómodamente de un lugar a otro.

Realmente la vejez estaba acabando con ella de manera física, si...todo le dolía, era un frío que empezaba a marcar la cuenta regresiva.

Sin embargo, la no tan joven Katara aún aparentaba mantener un espíritu pleno en su totalidad, con energía y una sonrisa incluso más radiante que en sus años dorados, ahora las arrugas formaban dos líneas a los lados de las comisuras de sus labios cuando sonreía, haciendo que esta destacara por sobre todas las cosas. Sus ojos aún brillaban, con la misma valentía, como si el tiempo no hubiera avanzado para aquella mirada, contrastando con su cabello desteñido por el paso doloroso de los años.

En esta ocasión, pondremos especial atención en aquella sonrisa, incluso Toph y Zuko notaban algo diferente en ese gesto.

Aquella sonrisa...estaba rota, tanto o más rota que la opaca mirada de la bandida ciega y la expresión impasible de el retirado Señor Del Fuego.

Había algo más, la escena estaba bajo el reinado de un silencio atroz y pesado, que se extendía hasta asfixiar de angustia a nuestros tres héroes, era uno de esos silencios que no traían más que desolación, cualquiera pudo haber caído en cuenta de aquello.

—Cada vez estamos más sólos—. Atinó a murmurar Zuko arrastrando la voz, expresando cansancio, enojo y una triste impotencia que daba pena.

El señor ojidorado se ganó como respuesta un buen golpe en el hombro por parte de Toph y la mirada destrozada de una melancólica maestra agua. Ambas sabían que Zuko tenía razón, pero era una verdad demasiado cruel como para mencionarlo siquiera en voz alta.

—¡Tonterías llamita! Dejate de esa negatividad ridícula que siempre has tenido y ve a encender esas velas, yo vine hasta aquí para honrar la vida de ese par de niñitas, no para lamentarme—. Contradijo Toph con un característico tono irritado y desafiante que ya era costumbre oír en ella, pero en el fondo, hasta la mejor maestra de todos los tiempos era capaz de sentir un vacío insalvable.

Sin embargo...así es la vida, ¿no?

Zuko se levantó de manera pesada y a regañadientes, encendiendo con sus dedos cansados un par de velas y algo de incienso, no sin antes perder la vista entre las fotografías de Sokka y Aang, recordando las tonterías que habían hecho cuando jóvenes.

Otra vez sintió ese remordimiento pesado, era obvio que Korra había sido la sucesora de Aang, una parte de él estaba en aquella jovencita, ¿pero que hay de Sokka? ¿Estaría descansando en paz? ¿O se había topado con un paraíso? ¿Sería posible que estuviera en el mundo espiritual? O, en el peor de los casos, ¿Solo había cerrado los ojos para no saber de su existencia nunca más?

—Ya te estás tardando llamita, sólo te pedí que...

—¡¿Quieres callarte ya Toph?! Pareciera que ni siquiera te importa ¿porqué siempre tienes que tomarte todo a la ligera? Nuestro tiempo se termina, ¿acaso no lo entiendes?—. Interrumpió Zuko ya más enojado de lo que debería, volviendo a sentarse en el pasto de aquel valle tan tranquilo —que estaba rodeado por lirios de fuego— frente a ambas fotografías y al lado de Katara.

—¡Claro que lo entiendo! Y si mi tiempo se termina no voy a gastarlo lamentándome como un bebé por eso—. Masculló Toph cruzando sus brazos y desviando la "mirada" hacia la luz de las velas—. No como tú— Agregó al cabo de unos segundos.

—Basta...—. Murmuró Katara dolida, no había hablado en todo ese tiempo que llevaban de reencuentro, he incluso su presencia se había visto opacada por las discusiones de los dos maestros restantes.—Están arruinando todo, dejen de pelear, saben bien que después nos arrepentiremos.

—No empieces tu también con eso Katara—. Ordenó Toph rodando los ojos, como si ya estuviera harta del mismo discurso desmotivador de siempre, en su voz se alcanzaba a oír un quiebre, casi imperceptible, pero ahí estaba.

—Ya no te hagas la fuerte Toph, sé que tienes miedo también, ¡igual te duele! ¡Como a todos! ¿Porqué te empeñas en negarlo? ¿Eh? ¿Porqué lo haces?—. Alegó Zuko levantando la voz con furia, provocando que Katara casi se golpeara la frente, otra vez había sido ignorada.

«Aún son como un par de adolescentes»

Y entonces...ante ese pensamiento fugaz y cálido, la maestra agua sonrió una vez más.

—¡¿Así que quieres saber porqué lo hago bebito llorón?!—. Cuestionó la vieja maestra Tierra mientras se levantaba y apuntaba a su contrario con el dedo de una manera más que retadora.

—¡Pues si me gustaría!—. Afirmó el ojidorado levantándose de nueva cuenta para estar frente a frente con su antigua compañera.

—¡Porque si acepto todo lo que dices entonces estoy acabada!—. Ese fue el último comentario fuera de tono que se dijo aquel día, después de eso, ambos bajaron la mirada, Zuko apenado por su actitud y Toph para evitar que él viera sus lágrimas.

De nuevo todo se sumió en el silencio, o eso hasta que los dos peleoneros voltearon la cabeza hacia Katara que aún estaba sentada, sorprendiéndose ante la expresión y energías que ella irradiaba.

—¿Porqué estás sonriendo?

—¿Porqué tus vibraciones indican que estás feliz?

Estas preguntas fueron lanzadas a la par, provocando la risa sonora y melodiosa de Katara, ella observó a ambos por unos segundos antes de contestar:

—Aang dice que extrañaba un poco sus peleas.

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