El principio

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Son las seis de la tarde de una calurosa tarde de julio. Abro los ojos y veo que estoy sudada, en una cama que no es la mía. Me doy la vuelta y ahí está él, Abel, el chico con el que llevo 6 años de relación, durmiendo la siesta después de un maratón de sexo desenfrenado.

Tengo hambre, pero no estoy en mi casa y me da vergüenza ir a la cocina a por algo de picar, así que decido despertarle.
- ¡Qué pesada eres, por Dios! - me dice.
- Es la hora de merendar, tengo hambre y quiero comer algo.
- ¿Sabes qué me apetece merendar a mí? - contesta con una media sonrisa en la cara.

De pronto, me encuentro con que está sobre mí, besándome. Estamos los dos desnudos, pues así nos hemos echado la siesta. Empezamos a besarnos de una manera muy pasional y él tarda más bien poco en empezar a bajar la mano hasta mi entrepierna. Sabe que yo me derrito cada vez que me toca y él no duda en hacerlo. Hasta dentro. Gimo y a él le encanta, así que sigue. Sigue hasta que le pido que, por favor, me la meta ya.
- Todavía no. Quiero que te corras con mis dedos - me dice.

Sigue, sigue y sigue hasta que yo no puedo más y exploto. Empapo las sábanas pero a él no le importa; de hecho, es algo que le gusta mucho.

Ahora es mi turno. Me pongo encima suyo y empiezo a besarle la boca. Voy bajando por el pecho hasta que llego a su erección. Abro la boca y empiezo a darle placer. Él gime. Me pide que siga y yo sigo. Llega un punto en el que yo no puedo más. Necesito sentirle dentro, así que me incorporo, me siento sobre él y voy introduciendo su miembro en mí. Ambos gemimos, mucho. Siempre hemos sido muy pasionales en la cama y la verdad es que nos compenetramos muy bien. Sabemos lo que nos gusta y lo que no y disfrutamos mucho dándonos placer mutuamente.

- Me falta poco - me dice. Y yo acelero el paso. Me encanta que termine dentro de mí, así que hago todo lo posible para que eso pase. Sigo moviéndome, cada vez más rápido, hasta que no puedo más y estallo en un orgasmo descomunal. En ese mismo momento, noto cómo él tiene su orgasmo también.

El infierno sobre míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora