El café

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Ya es casi la hora. Como de costumbre, yo he llegado diez minutos antes porque no me puedo estar quieta en casa. He estado durante más de una hora pensando qué ponerme y al final me he decidido por un vestido azul turquesa de tirantes, por encima de las rodillas, y unas sandalias con pedrería de muchos colores.

Estamos a mediados de agosto y hace un calor insoportable. El termómetro marca 37 grados, pero mi temperatura corporal está bastante más por encima. Qué nervios tengo. No le he dicho a nadie que he quedado con Ciro; ni a Abel, ni a Jen, ni a nadie. ¿Para qué? A Abel no le va a hacer ni pizca de gracia y Jen me va a dar la charla, así que prefiero quedar y luego ya hablaré con ella para contarle todo.

- Hola, Oly. Cuánto tiempo sin verte. Qué guapa estás - y me da dos besos.
Yo me quedo embobada mirándole. Siempre me ha gustado mucho, pero hoy le veo especialmente guapo. Lleva unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta negra con unas zapatillas negras también. Nada especial, pero está muy guapo. Se ha cortado el pelo; ahora sus rizos morenos ya no están, y sus ojos azules siguen siendo igual de bonitos que siempre.
- Hola, Ciro. Tú también estás muy guapo.

Nos sentamos en la terraza. El bar es uno estilo vintage, pintado de blanco y en el que sirven los mejores muffins que he probado en mi vida. Cuando Ciro y yo estábamos juntos solíamos ir ahí a menudo, porque los batidos de vainilla que ponen están para chuparse los dedos, además de que el sitio es muy acogedor. La terraza está decorada con muy buen gusto: las mesas y las sillas son de madera lacadas en blanco y en el centro de cada mesa hay una planta de lavanda, que le da a toda la terraza un olor delicioso.

Yo pido un café con leche y hielos y él una cerveza. Me enciendo un cigarro y empiezo a hablar:
- Bueno, ¿qué es lo que querías decirme?
Él se muerde los labios y da un trago a su cerveza. Se toca la frente y se quita el sudor. Veo que las manos le tiemblan un poco y de repente se decide a hablar:
- Fui un gilipollas, Oly. No te traté como te mereces que te traten. He querido pedirte perdón desde hace mucho pero siempre he pensado que no querrías verme. Y con razón, la verdad. No tenía derecho a hacerte lo que te hice, no quería hacerte sufrir. Sé que igual es tarde y puede que no quieras perdonarme, pero yo necesito intentarlo. He visto que estás saliendo con alguien y me alegro por ti, de verdad. Espero que él te trate como yo nunca supe hacerlo, porque es lo que te mereces. Perdóname Oly, por favor.

Veo que tiene los ojos vidriosos, como si tuviera ganas de llorar. Ciro fue un chico al que quise mucho y la verdad es que, a pesar de todo, le sigo teniendo algo de cariño; al fin y al cabo, él no deja de ser mi primer amor.

Ciro tiene su mano sobre la mesa. Veo que le sigue temblando, y en un impulso, alargo mi mano y la apoyo sobre la suya. Él me mira desconcertado y yo le sonrío.
- Lo pasado pasado está - le digo. Y me sonríe.

El resto de la tarde pasa tranquila. Hablamos de muchas cosas: de los estudios, del trabajo, de los conocidos que tenemos en común, de los planes para el verano... La tensión ha desaparecido; ahora somos dos amigos que están tomando algo. Nos despedimos con un par de besos en la mejilla y cada uno se marcha a su casa.

- Me lo he pasado muy bien. Gracias - me escribe Ciro por WhatsApp. Yo estoy en la cama y sonrío como una tonta al leer ese mensaje.
- De nada, cuando quieras tomamos otra - le contesto.
- ¿Qué tal mañana a la tarde?
- Perfecto. A la misma hora, donde siempre.
Y apago el teléfono. Esta noche podré dormir bien.

El infierno sobre míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora