Han pasado ya 2 semanas desde el día que quedé con Ciro por última vez. Desde entonces hemos estado hablando todos los días y la verdad es que me siento súper a gusto con él. Me da miedo volver a lo de antes, porque sé que entre él y yo sólo hubo dolor y no quiero que se vuelva a repetir, pero no lo puedo evitar.
Con Abel las cosas no están del todo bien. Yo siento que me he distanciado de él y creo que Ciro tiene mucho que ver.
Hoy es el chupinazo de mi ciudad. Empiezan las fiestas y con ello, los mejores cinco días del año. Son las cuatro de la tarde de un día de principios de agosto y yo llevo puestos mis pantalones cortos de chándal y una camiseta negra básica con unas deportivas. Sí, llevo unas pintas curiosas, pero es que ya se sabe que a los chupinazos hay que llevar la peor ropa que tengas porque puedes terminar como si te hubieras revolcado en una pocilga.
A las cuatro y media me encuentro con Jen, que va vestida parecida a mí. Lleva dos botellas de champán para poder tirar en cuanto lancen el cohete. Nos damos un beso cuando nos vemos y detrás suyo veo a otra chica:
- Oly, te presento a Sara - dice Jen - Sara, ésta es Oly.
Nos damos dos besos y nos vamos al medio de la plaza. Pocos minutos después llegan el resto de nuestros amigos y juntos empezamos a beber.A las seis en punto lanzan el chupinazo y empieza la fiesta. El champán vuela, la gente salta, baila y canta. Media hora después vamos por la calle pidiendo a la gente que está en las casas que nos tire agua y de ahí nos vamos a bañar a las fuentes de la ciudad.
Llego a casa para darme una ducha y miro el móvil, que no lo he sacado de casa por no estropearlo. Hay un mensaje de Ciro, que me dice de quedar a la noche. Yo, como una tonta, acepto.
A las nueve de la noche quedamos en el centro de la ciudad para ir al concierto. Hoy toca La Raíz y aunque yo no suelo escuchar esa música a diario, tiene canciones que me gustan, así que allí estamos todos sentados, con nuestras bebidas, esperando a que empiece. Yo llevo puesto unos pantalones largos vaqueros, una camiseta blanca con flores y unas zapatillas. En el cuello me he puesto el pañuelo rojo de fiestas, para dejar claro que mi ciudad se ha vestido de punta en blanco.
A las doce de la noche empieza el concierto y ahí estamos todos, dándolo todo. El alcohol empieza a subirse a la cabeza, quizá demasiado, y en ese momento decido coger el móvil y mandar un mensaje:
- Hola Ciro, ¿dónde estás? Yo ando en La Raíz, viendo el concierto.
Pocos minutos después obtengo la respuesta:
- Ahí estoy yo también. ¿Te apetece que vayamos a tomar unos chupitos?
Le digo que sí y acto seguido me dirijo a Jen:
- Jen, me voy a ir que he quedado con unos amigos para tomar un chupito. Luego te llamo, así que estate atenta al móvil.
- Vale, tú con lo que sea me llamas - y me da un beso.Entro al bar en el que hemos quedado y no veo nada. Hay muchísima gente y todo el mundo está bailando y bebiendo. De repente alguien me toca por la espalda. Es Ciro.
- Qué guapa estás - me dice.
- La ocasión lo merece - y le guiño un ojo.
Nos acercamos a la barra y pedimos dos chupitos de pacharán. Yo ya voy bastante perjudicada y después de ese chupito, pedimos otros dos. Empiezo a ver todo borroso, pero me siento en lo más alto. Ciro me dice algo pero no le entiendo; la música está a tope y no se escucha nada. De repente, me agarra de la cintura y me acerca a él. Yo apoyo mi cabeza sobre su hombro, él gira su cabeza hacia mí y... Me besa. Y yo me dejo llevar. Siento sus labios húmedos, esos que tanto me gustaba besar antes. Su lengua juega con la mía y siento que he retrocedido años atrás, a aquel tiempo en el que entre nosotros iba todo bien.Al poco me doy cuenta de lo que estoy haciendo y me aparto:
- Esto no está bien, Ciro - le digo.
- Ya estás con tus remordimientos. Olvídate de tu novio; ahora estás conmigo - y me vuelve a besar. Yo me vuelvo a apartar y le digo que no, que las cosas no son así.
- Está bien, Oly. Como quieras - me dice - Voy a llamar a éstos a ver dónde están.
- Sí, yo también - y llamo a Jen.Ciro y yo salimos del bar y nos despedimos con un adiós muy frío. Después, cada uno se va hacia otro lado. Yo voy al encuentro de Jen y según me voy acercando veo que está hablando con Abel. Yo me siento fatal por lo ocurrido y, sin pensarlo dos veces, agarro el brazo de Jen y me la llevo lejos de todo el mundo.
- Me he liado con Ciro, tía - le digo a todo llorar.
- No. Dime que es mentira. Dime que no lo has hecho. Joder, Oly, ¿qué coño has hecho?
- No lo sé, no sé qué me ha pasado. Ya sabes que yo no soy así - empiezo a sollozar. Siento que me falta el aire. No me puedo creer que haya sido capaz de hacerle esto a Abel después de seis años de relación, por muy mal que estuvieran las cosas entre nosotros.
Jen me abraza y trata de consolarme:
- Tía, si tú estás arrepentida y no ha sido más que un beso, yo no le diría nada a Abel. Aquí no ha pasado nada - me dice.
- No, no puedo hacer eso. No podría guardarme esto. No podría volver a mirarle a la cara.
- Mira, vámonos a casa y ya verás cómo mañana lo vas a ver todo de diferente manera.De camino a casa me siento la persona más sucia del mundo. Siempre he sido de las que va con el "no hagas lo que no te gusta que te hagan" por bandera, y ahora resulta que le he sido infiel a mi novio. ¡Le he puesto los cuernos! No me lo puedo creer... Soy un monstruo. Y con este pensamiento, intento quedarme dormida.
ESTÁS LEYENDO
El infierno sobre mí
Non-FictionOly es una chica de veintitantos que tiene una relación sentimental con un antiguo compañero de clase, Abel. Todo va sobre ruedas hasta que aparece Ciro, el chico con el que comparte un turbio pasado. Celos, sexo, pasión y una situación que hará que...