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Carolina del Norte, USA

-Chicos, al coche -nos ordenó mamá, ni siquiera habíamos pisado la segunda planta. Me volteé para mirarla -. Papá os llevará al nuevo colegio para completar la matriculación.

- ¿Es estrictamente necesario que sea ahora? -Se quejó mi hermano, el cual ya se había tumbado boca arriba sobre el parqué de lo que se convertiría en el salón, con las manos bajo la cabeza, en señal de rendimiento.

-Estamos cansados, mamá-le recriminé, dejando caer los hombros y mirándola irritada.

Odiaba ese eco que mi voz producía en este sitio aún deshabitado.

-Por supuesto que es estrictamente necesario. Empezaréis las clases mañana mismo, no podemos perder tiempo. Sophie no tiene por qué ir, se integrará rápido-continuó diciendo ella al ver que nuestra hermana pequeña ya se desenvolvía en esta casa como pez en el agua -. Tenéis que comprar algunos libros, conocer un poco las instalaciones...vamos, papá ya está en el coche.

Derek se puso en pié despacio, pero pronto llegó a donde yo me encontraba para susurrar lo que estaba esperando.

-Odio cuando se pone en plan manducón -masculló él entre dientes.

Ambos volvimos fuera de la casa.

No me gustaba nada ese vehículo que nos habían dejado, era feo y negro, echaba de menos nuestra camioneta en Brighton. Era roñosa y estaba destartalada, pero mi hermano y yo la usábamos para movernos por la ciudad. Mi padre no nos dejaba ni tocar su Mercedes.

-¿Españoles? -preguntó la mujer de la oficina. El colegio no estaba del todo mal, siendo sincera.

La escuela se encontraba a unos quince minutos de la que sería nuestra casa, así que no podíamps quejarnos. El camino era bastante sencillo y disponíamos de transporte público para ir y venir sin problemas, cómodamente dentro de lo que cabía.

Era todo tan diferente que me sentía feliz, agobiada y ansiosa a la vez. Sabía que me iba a resultar demasiado extraño el dar clase el habitáculos diferentes, con gente distinta. No podría mantenerme atenta a las clases ya que estaría más ocupada intentando no echarme a llorar con tantos cambio.

-No, no, somos de Brighton -contestó mi padre con una sonrisa. La señora de secretaría lo apuntó en el ordenador.

-Bien, me decía que Amanda va a cursar ultimo grado, ¿verdad? Y Derek hará noveno grado...-cuestionó, sin apartar la mirada del ordenador.

-Sí -me adelanté a contestar.

-Muy bien -sostuvo la mujer-, entrarás en la clase B. Derek, en C. Cuando acabemos con todos estos trámites os enseñaré donde están para que no tengais problemas mañana. Por los libros no se preocupen -añadió, mirando a mi padre por encima de las gafas -. La mayoría de los que traen de su anterior instituto, valen. Estamos implantando un nuevo sistema educativo inspirado en Europa, por lo que no hay inconveniente.

Di gracias a Dios. Al menos continuaría usando mis libros y no tendría que comprar otros nuevos.

-Perfecto, muy buena noticia -comentó mi padre.

-El único libro que deberán comprar es el de Literatura nacional. Tranquilos-anticipó la mujer, volviendo su rostro hacia nosotros-, tendremos en consideración que nunca antes habeis estado aquí -. La Señorita Cannavaro, tal y como ponía en la placa que llevaba sobre la camisa azul, sacó los libros de debajo de su mesa y nos los tendió gratamente.-Los tenía aquí preparados para vosotros.

Lo cogí y lo ojeé por encima, a la vez que Derek.

La mujer estuvo hablando durante un rato sobre mi hermano. Para él iba resultar mucho más fácil este gran cabio de aires, yo lo sabía. La relación de Derek con sus antiguos compañeros de clase nunca había sido muy buena, debido a su más que latente homosexualidad.

Atlas Hands® #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora