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–Hola vecina, vengo a sablearte unos cuantos conocimientos literarios –era puntual.

–Pasa.

–¿Ya se han ido tus padres?, mi madre les envía una tarta de nueces que hizo esta mañana... ves, cómo voy a ser mala persona llevando una tarta... eres muy exagerada.

–Déjala en la cocina, se fueron hace una hora más o menos, y dale las gracias a tu madre.

–Pero tú ni probarla, ¿eh? –dijo desde la cocina –qué si te pones gorda va a ser más difícil encontrarte un novio –se rió mientras metía la tarta en la nevera –al menos intenta seguir estando buena, eso debería ayudar. –Me sonrojé, y él salió da la cocina justo a tiempo para verme con la cara roja como un tomate; lo cual le hizo mucha gracia. –Mira que eres parva, eres como una niña pequeña, vamos anda, a ver si acabamos el trabajo prontito.

Estuvimos haciendo el trabajo hasta casi las siete, con parada para merendar incluida. Fue divertido no puedo negarlo, Marcos era un gilipollas pero como ya he dicho era simpático y cuando no se dedicaba a hacerme la vida imposible no era tan malo. Cuando acabamos Marcos llamó a sus amigos a ver dónde estaban y les dijo que iba para allá; me invitó a acompañarle pero me daba demasiada vergüenza así que le dije que tenía cosas que hacer y que no me apetecía mucho, se fue solo.

Esa noche me envió un mensaje al móvil (que voy a traducir para evitar confusiones):

23:35 Marcos Móvil

Gracias por la ayuda, tenías que haberte venido hoy lo hubieras pasado bien. Y si cambias de opinión respecto de mi oferta ya sabes dónde vivo.

No tenía ni idea de a qué oferta se refería, y reconozco que al oír el pitidito del móvil me puse super contenta, hacía tiempo que no recibía mensajes que no fueran de mis padres diciéndome que llegarían tarde a cenar o cosas así.

23:42 Ana Móvil

No hay de qué, así también lo hice yo que no me apetecía nada. ¿Qué es eso de tu oferta? No recuerdo que me hicieras ninguna.

23:44 Marcos Móvil

Jeje, pues entonces voy a mejorarla, para que no se te le olvide más. Mi oferta era que cuando quieras aquí tienes mis labios preparados para besar los tuyos; y la voy a mejorar ofreciendo el resto de mi cuerpo ;)

00:12 Ana Móvil

Estás fatal.

00:13 Marcos Móvil

Y tú seguro que estás roja jejeje, de todas formas ya lo sabes, aquí me tienes. Sueña conmigo.

00:16 Ana Móvil

Creído.

00:17 Marcos Móvil

Guapa!!

Tenía toda la razón, estaba roja como un tomate, odiaba que me hiciera eso, que me hablara como sí quisiera algo conmigo cuando yo sabía de sobra que no era así, ni siquiera creía que fuera interesante para él como lo eran casi todas las chicas del instituto, estaba claro que él no tenía ningún interés en mí como chica, sólo me estaba puteando.

Al día siguiente en clase, por si no tenía suficientemente claro mi estatus social tropecé con la silla al salir al encerado, no llegué a caer pero se notó que no había salido del asiento gracilmente que digamos. Como era de esperar se oyeron algunas risillas y si creíais que Marcos no diría nada es que sois tan ingenuos como yo, porque le faltó tiempo para gritar "ballena va!!!" lo cual hizo que toda la clase se riera a carcajadas.

–¿Qué, soñaste conmigo? –Una vez más apuraba el paso para ponerse a mi altura en mi camino a casa.

–No sé como tienes la cara de venir a hablar conmigo. Olvídame.

–Oye, oye, pero qué mosca te ha picado, a qué viene esto. –Me agarró del brazo y paró obligándome a parar.

–Quién te crees que eres, suéltame. No quiero volver contigo a casa, no quiero hablar contigo, no quiero ni siquiera verte, así que déjame en paz. –Retiré mi brazo bruscamente y apuré de nuevo el paso. Marcos me siguió.

–Joder como te pones, sólo era una broma, venga ya, no te lo puedes tomar tan en serio, todo el mundo sabe que no estás gorda, es sólo que, en fin, fue divertido –se rió de nuevo –parecía que ibas a acabar en el suelo, de verdad fue muy gracioso. Va no te piques Ann.

–¿Qué no me pique? –ahí ya estaba muy enfadada y le solté todo de golpe –Te conozco de toda la vida, y llevas toda la vida fastidiándome; estoy harta, tu y yo no somos amigos, nunca lo hemos sido, así que no quiero ir contigo a casa, no quiero que vuelvas a dirigirme la palabra. Si quieres putearme en el instituto, adelante, hazlo, pero en cuanto salgo por esa puerta ya no tengo por qué verte, así que hazme el favor de dejarme en paz de una vez por todas. Y por cierto, ahora que has aprendido a pronunciar mi nombre, me llamo Ana, no Ann.

Apuré más el paso, creo que incluso eché a correr, estaba llorando y me daba vergüenza mirar hacia atrás para ver si Marcos aún me seguía, si me veía llorar seguro que se burlaba de mí. Pero no debía de seguirme porque cuando llegué al portal no estaba, ni cuando esperé el ascensor, ni cuando llegué al rellano que compartían su piso y el mío.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora