6

1K 35 5
                                    

Después de cenar intenté reproducir el look que más me había gustado... sin conseguirlo del todo, pero quedé bastante contenta. Llevaba unos vaqueros ajustados y de cintura baja y una camiseta con, quizás, demasiado escote, pero a Marcos y a David les había encantado así que...

Llegamos al parque a las once y cuarto, ya había bastante gente allí, en total éramos doce, cuatro chicas y ocho chicos. Las chicas eran las novias de tres de ellos y tampoco conocían mucho a los demás así que hicimos piña y al final hasta me divertí con ellas y todo. La noche estaba yendo bien, bebimos, charlamos y me lo estaba pasando tan bien que creo que me pasé con el alcohol, cuando nos levantamos para irnos casi me vuelvo a sentar del mareo que me dio de repente. Marcos me vio y se rió de mí mientras me agarraba para estabilizarme. Menos mal que la zona de salir estaba un poquito lejos y ese paseo de un cuarto de hora con la brisilla de la noche hizo que se me bajara un poco la borrachera; cuando llegamos a la discoteca ya estaba mejor, con el puntillo justo.

Fuimos a una discoteca, luego a otra, y acabamos en otra que estaba si cabe más llena que las anteriores; me lo estaba pasando genial, bailé un montón con todo el mundo, aunque con el que más con David que, seguramente porque él tampoco conocía a nadie más que a Marcos y a mí, pasó mucho tiempo conmigo.

Cuando ya tenía los pies destrozados de tanta noche me fui a sentar a unos sofás que estaba un poco alejados de la pista de baile, aunque había tanta gente que incluso había gente bailando entre ellos. David me acompañó.

–¿Qué tal lo estás pasando? ¿estás bien?

–Sí, solo quería descansar un poco los pies. Lo estoy pasando genial. Si quieres puedes volver con ellos, sólo voy a descansar un rato y luego vuelvo.

–No tranquila, a mí también me apetecía parar un poco. Además aquí la música no está tan alta, se puede hablar mejor, y llevo toda la noche esperando para poder decirte que estás guapísima.

–Gracias –no sabía que decir, seguro que me puse roja, entonces observé la situación, David estaba realmente cerca de mí, su mano estaba en mi rodilla, y sus ojos estaban fijos en los míos... no entendía como no me había dado cuenta de todo eso antes. El corazón empezó a latirme a toda velocidad, no había pensado que alguien como él pudiera interesarse por mí; la verdad es que había sido muy amable desde que llegó y esa noche había pasado más tiempo conmigo que con nadie... me estaba poniendo nerviosísima, no sabía cómo actuar.

–Siempre me has parecido una chica muy guapa pero en este último año te has puesto todavía más bonita, en serio, cuando te vi me quedé asombrado, eres preciosa.

–Menos mal que aquí no se podrá ver lo roja que me he puesto.

–A ver... –puso su mano en mi mejilla, para notar el calor, y en cuanto lo hizo un escalofrío atravesó mi columna vertebral de arriba abajo. –Pues sí.

Nos quedamos mirándonos unos segundos más y luego se acercó a mí, despacio, como tanteando si yo quería que lo hiciera o no... y ¡vaya si quería! Por fin esa pequeña distancia entre nosotros desapareció y me besó. Y ya sólo estábamos nosotros dos, no recordaba que cualquiera podía vernos, no notaba a la gente bailando a nuestro lado, sólo podía pensar en cómo se notaba el calor de su cuerpo cerca del mío, en como su lengua jugaba con mi lengua y con mis labios, en como su mano acariciaba mi cuello, en como los escalofríos que recorrían mi cuerpo hacían que todo fuera más real. Tras ese primer beso vino otro, y otro, y otro más... estuvimos besándonos durante unos quince minutos, cada vez me era más natural, más cómodo, estaba más tranquila y pude deleitarme más en sus labios, le acaricié el pelo, la nuca... la verdad es que no tenía ganas ninguna de dejar de hacer aquello, pero David paró, se separó un poco de mí y me dijo "creo que deberíamos volver, que como nos sigamos besando así no respondo" me besó de nuevo aunque más rápidamente, me cogió de la mano y me ayudó a levantarme del sofá; entonces le vi, Marcos estaba de pie, con sus amigos, donde hacía veinte minutos estaba yo también; pero estaba parado, no bailaba, ni sonreía, estaba mirando hacia nosotros. Cuando vio que le miraba giró la vista y empezó a hablar con uno de sus amigos; sentí vergüenza, no estaba segura de por qué pero tenía miedo de que Marcos pensara que era una golfa o algo así, no sé, no tenía claro cómo debía sentirme o por qué él parecía enfadado por el hecho de que me hubiera liado con su amigo... a lo mejor era eso, que era su amigo y no quería que yo lo acaparara, ¡yo que sé! No quería pensar en esas cosas ahora, no con David sujetándome la mano, no con esa electricidad que notaba cada vez que me miraba, no era justo. No iba a pensar nada más que en David en ese momento.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora