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Y llegó el sábado, para mis padres era un día normal, trabajaban con el horario habitual; y para mí era un día más largo de lo normal, como no tenía que ir al instituto las horas se me hacían eternas, aunque ahora que Marcos ya me hablaba esperaba que fuera más entretenido tenerle en casa.

–¿Qué vas a hacer hoy? –Me preguntó mientras desayunábamos.

–No sé, nada supongo. Lo de siempre.

–Ains... mira que eres triste, ¿eh? Es fin de semana, sal por ahí, llama a alguna amiga e id al centro comercial a ver trapitos o a hablar de a qué chico concederás el honor de ser el primero en besarte, esas cosas que hacéis las tías.

–Hace como dos meses que no quedo con nadie, bueno no, quedé contigo para lo del trabajo...

–Estas de coña... –si que parecía sorprendido –no puedes llevar tanto sin salir... entonces, ¿a qué viene que rechazaras mi invitación cuando acabamos de hacer el trabajo? ¿por qué no te viniste?

–Yo que sé... me daba vergüenza... no sé, yo no soy tan popular como tú, me cuesta hacer amigos.

–Pero, y esa chica, la que iba contigo en los recreos, ¿cómo se llamaba? ¿Marta?

–Si claro, fue amiga mía durante un rato pero luego decidió que le cundía más tirarte los tastos a ti, y como eres algo así como mi némesis, pensó que mientras fuera mi amiga, tú, mi archienemigo, no te fijarías en ella.

–Pero que tontas sois las tías –se rió –si no me la hubiera tirado ya, no lo haría, si te vale de algo.

–La verdad es que me da bastante igual.

–Bueno, si no vas a hacer nada, esta tarde va a haber una fiesta en casa de Joaquín López, sus padres no están y va a aprovechar para hacer una fiesta en la piscina; no te voy a preguntar si quieres o no venir, vas a venir y punto. Búscate algo bonito para ponerte y me lo traes para que le dé el visto bueno; a ver si encontramos en esta fiesta al elegido –dijo resaltando mucho la última palabra, poniendo voz como de película.

Fui a mi habitación y empecé a buscar en el armario qué podría ponerme, pero como las dos primeras opciones que le llevé a Marcos no le convencieron en absoluto, decidió ir él mismo a rebuscar en mi armario hasta encontrar algo apropiado... aunque apropiado no es el mejor adjetivo, porque todo lo que le gustaba me quedaba o ridículamente pequeño o era tan escandaloso que nunca me había atrevido ni a sacarlo del armario. Al final llegamos a un acuerdo intermedio, no era todo lo rompedor que a él le hubiera gustado (palabras literales) pero valía. Iba a ir con un vestido bastante por encima de la rodilla y que anudaba al cuello, de color negro, lo que según él resaltaría mi pelo rubio.

Durante la comida les comenté a mis padres lo de la fiesta, se quedaron tan sorprendidos que tardaron en reaccionar y al parecer les hacía tanta ilusión que fuera a la fiesta como a mí me hacía ir así que no me pusieron ningún inconveniente.

Por la tarde, mientras mis padres trabajaban nos preparamos para la fiesta. Marcos volvía a ser el de antes, se metió conmigo por mis peluches, se rió de mi pijama, se rió hasta de mi cepillo de dientes... pero me daba igual, estaba de buen humor y eso me valía. Más que nada lo que ahora quería era recuperar la normalidad... pero si podía salir el sábado a una fiesta mejor que mejor. La verdad es que Marcos tenía razón al decirme que, si no salía de casa más que para ir al instituto, no iba a conocer a nadie nunca; quién sabe, a lo mejor esa tarde conocía a algún chico majo y no sé, tal vez podría dejarme llevar y tal vez podríamos besarnos en la piscina... tenía muy buena pinta.

Y llegó la fiesta, Marcos conocía a casi todo el mundo, iba pululando de un lado a otro hablando con unos y con otros... y con unas y con otras, tenía a todas las féminas alteradas. Yo intenté relacionarme un poco con la gente, muchos se sorprendieron de verme allí. Charlé un rato, bebí un poco, me bañé y tomé el sol hasta que empezó a anochecer; cuando se hizo de noche y anfitrión encendió una fogata y nos sentamos un buen grupo alrededor para charlar, beber y eso y hasta asamos chorizos y chuletas... aunque no se nos dio demasiado bien, en las películas parece más fácil.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora