5

1K 41 4
                                    

–¡Ey tío! ¿Qué haces aquí, cómo estás? –Marcos estaba tan sorprendido como yo.

–Pues nada haciendo una visita a un buen amigo, ¿cómo va todo? Veo que vosotros dos habéis firmado una tregua.

–Si bueno, algo así –dijo Marcos –estoy subiendo su estatus social, que al parecer me pasé un poco bajándoselo –se rió y volvió a poner su brazo sobre mi hombro.

–¿Pasarte tú? No me resulta difícil de creer.

–Venga, venga, siempre estáis igual, no soy tan malo lo que pasa es que vosotros sois unos blandos. Pero os quiero igual, y sé que vosotros a mí también me queréis.

–Tío, tío, no me seas moña –medio gritó David –venga, ¿os venís a comer conmigo?

–Yo debería ir a casa, tú Marcos ve, yo ya aviso a mis padres si eso –dije.

–Va Ana... llámales y diles que te apetece muchísimo comer conmigo, que soy un tipo genial y que yo también puedo contribuir a subir tu estatus social –Marcos y él se rieron... no me extraña se que lleven bien, son tal para cual.

–Si venga, llámales, si me dejas a solas con él vamos a acabar borrachos antes de comer y eso no es bueno para mí hígado.

–Vaaaaaale.

Mis padres se quejaron un poco de que ya estaba la comida hecha y todo eso pero al final no pusieron tantas pegas. Nos fuimos a una cafetería donde hacían unas hamburguesas francamente ricas y estuvimos charlando allí hasta casi las cinco de la tarde, el señor del local ya nos estaba empezando a poner mala cara así que nos fuimos a casa.

Resultó que David tenía pensado quedarse unos días en casa de Marcos, traía ropa para quedarse hasta el próximo lunes... no había pensando en que los padres de Marcos no estuviesen así que teníamos un pequeño problema. Antes de que se decidiera a buscarse una habitación en una pensión de mala muerte llamé a mi madre al trabajo para ver si se podía quedar con nosotros, total sólo eran 5 días y ya que estaba Marcos... no sé como accedieron, pero lo hicieron. Supongo que les sentaría mal dejar a un chaval de nuestra edad en una pensión. El problema era ahora el espacio, en mi habitación ya no había más sitio así que trajimos una cama hinchable de casa de Marcos y la pusimos en el salón del modo menos molesto posible. No era muy cómoda pero valdría.

El resto del día me lo pasé un poco fuera de lugar, Marcos y David se dedicaron a contarse sus últimos ligues, lo que habían llegado a hacer, las mejores frases... en fin, era una conversación que ninguna chica de mi edad querría escuchar, demasiado explícita para mí y en ocasiones demasiado cruel así que les dejé intimidad y me fui a hacer los deberes.

Cuando llegaron mis padres cenamos todos juntos y después de ver un rato la tele nos fuimos cada uno a su cama. Cuando estaba en mi cama de repente me sentí un poco mal, David había hecho un viaje largo para ver a Marcos y suponía que tenían muchas cosas que contarse.

–Marcos –susurré, y esperé para ver si estaba despierto. Lo estaba. –¿no sería mejor que durmiera yo en el salón? así os dejo más intimidad a vosotros. –Se rió.

–Por tu forma de hablar parece que David y yo seamos pareja o algo.

–No es eso jo... es que tendréis mucho que contaros...

–Ya habrá tiempo de hablar mañana, ¿te quieres venir? Voy a fumarme las clases y nos vamos a ir por ahí, si te apetece venir apúntate, en serio que no molestas.

–Si mañana ninguno de los dos vamos a clase cuando vuelva van a matarme pero de verdad, en serio, no sabes cómo tienes a las féminas.

–Tú piénsatelo, me gustaría que vinieras.

Lo sé no debería ser tan tonta pero con ese "me gustaría que vinieras" me había puesto como un tomate.

La mañana del miércoles fue rara, sin Marcos allí todo parecía distinto, estaban descolocados sin su líder. Tuve de responder más de 15 veces a la pregunta de si sabía dónde estaba Marcos; siempre respondía que no y pensé que eso ayudaría a aplacar los ánimos de la gente... pero lo que ocurrió es que se generalizó el rumor de que habíamos discutido y por eso él no vino, el motivo de la discusión iba desde que me había quedado embarazada hasta que me había puesto los cuernos con otra... en fin, pensé que lo mejor era pasar del tema por completo y que se solucionaría todo solo.

Cuando se lo conté a Marcos y a David, después de comer cuando mis padres ya se habían ido, se morían de risa.

Por la tarde fuimos a tomar algo a una cafetería otra vez los tres solos, aunque esta vez se empeñaron en hacerme hablar a mí, creo que pretendían que me sintiera menos incómoda con ellos pero fue peor el remedio que la enfermedad, no sabía que contarles así que al final volvieron a llevar ellos el peso de la conversación y volví a ser un mero espectador de su animada conversación, aunque a mí eso no me molestaba.

Podría haber matado a Marcos por lo que hizo el jueves por la mañana, pensé que no iba a venir, eso me hizo creer, faltó a casi todas las clases, pero a última hora apareció por la puerta ¡con una bolsa con baberos, chupetes, peluches...! El set del bebé completo... Mis ojos no fueron los únicos que se abrieron de par en par. Se acercó a mí, me besó en la frente y me acarició la barriga preguntándome si había tenido náuseas... ¡casi me da un infarto! No sabía ni cómo reaccionar, me quedé paralizada hasta que Marcos empezó a reírse a carcajada limpia, me dio la bolsa y me dijo "pero que parva eres" antes de sentarse con sus amigos y explicarles que había faltado porque había venido un colega a verle. Las chicas de la clase aceptaron la broma sin más y volvieron a recuperar la sonrisa al comprobar por ellas mismas que no tenían de qué preocuparse, Marcos seguía libre.

–Tenías que haber visto tu cara, fue genial –se rió mientras salíamos juntos del instituto.

–...te pasaste un montón, menos mal que luego lo aclaraste todo porque era lo que me faltaba, ¡que la gente pensara que estoy embarazada!

–Bueno, puedes estar tranquila, los dos sabemos que eso es imposible... porque con solo besos no os quedáis embarazadas... y menos aún si ni siquiera hay besos. –Se rió de nuevo. –¡Ey David! –habíamos atravesado el patio y David estaba esperándonos en la puerta del instituto. –Te perdiste una escena buenísima.

–Seguro que sí –sonrió y me miró como para comprobar si a mí también me había parecido graciosa. –Bueno, por lo menos ahora ya tienes un pequeño pack por si las moscas –le dijo a Marcos mientras señalaba la bolsa con las cosas de bebé.

–¡Quita, quita! Eso se lo queda Ana que a mí me da yuyu. Por cierto, antes de que se me olvide, mañana salimos, he quedado con unos colegas a las once en el parque para hacer botellón y luego salir por ahí. Y ninguno de los dos podéis decirme que no, en especial tú –dijo mirándome –que a él sé que no tengo que convencerle.

Esa tarde les pedí que se fueran sin mí, iban a quedar con los amigos y amigas de Marcos con los que íbamos a salir y a mí no me apetecía nada estar allí en una esquina sin tema de conversación, ya bastante iba a ser salir el viernes con un grupo de desconocidos y desconocidas hostiles.

El viernes Marcos volvió a faltar a clase, y ya que él había confesado en cuanto me preguntaron les dije la verdad, que seguía con su amigo por ahí. Ahora ya me creían. Las clases acabaron y cuando salí Marcos y David estaban fuera esperando para acompañarme a casa, era como tener escoltas, dos escoltas muy guapos, porque si Marcos era guapo David tampoco estaba nada mal... podía notar la envidia que me tenían en ese momento las chicas, si hubiera podido leerles las mentes apostaría a que más de una estaba pensando en si sus padres estarían dispuestos a mudarse a nuestro edificio para poder volver a casa tan bien acompañada como yo.

Mis padres accedieron a dejarnos salir el viernes, pero la verdad es que ya no parecían tan ilusionados, creo que estaban empezando a preocuparse por si Marcos estaba siendo una mala influencia para mí, sabían por su madre que él salía todas las semanas y no estoy segura de que mis padres quisieran eso, que saliera más sí, pero no tanto. De todas formas no nos pusieron pegas.

Yo aún no estaba acostumbrada a lo de salir, me estresaba pensar en qué ponerme en cómo maquillarme, en cómo llevar el pelo... pasé la tarde en el baño haciendo pruebas. Marcos y David decidieron irse por ahí hasta la hora de cenar; ellos no tenían tanto problema como yo para prepararse. 

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora