El sol brillaba, un atardecer hermoso, un olor deseable,
olor de una divina mujer, un rostro que hacía ver la simetría imperfecta,
cruzando por el lado derecho de mi torso, decido ser espontáneo
-- ¡Que bonitos ojos tienes!
En ese momento ella y todo se torno extraño, se había detenido
y yo observaba el esplendor de su espalda,
no decía nada... Cuando de pronto escuché un tono estridente,
se dio la vuelta y en sus manos tenía sus ojos,
me los entregó y sonriendo dijo...
¡Para no ser bella!
...