Es claro que el amor es una de las sensaciones más abstractas y emotivas de la historia, dijo el hombre que tenía como invitado especial a la muerte en su boda.
Es absurdo buscar la felicidad en otra persona, las experiencias son forjadas por el fuego y la pasión, dijo la mujer dudosa del "Si" que conmemoraría el hecho.
Entre el discurso del sacerdote, que rompe su voz por el clériman apretado que carcome sus palabras, la unión se realiza.
En las bancas los familiares de ambos y conocidos hipócritas, aplauden flácido, llega la hora del mitote y todo es especial.
El tiempo pasa y con los errores se aprende, hasta que la muerte nos separe o el rencor nos embargue.
El hombre sollozo pedía auxilio afónico, recordandole a su amada aquellas palabras de su rito, pero la mujer contestó nefelibata...
-- Por supuesto que prometí amarte hasta la muerte... ¿Qué te hizo pensar que hablaba de la mía?
Y disparó.