Es mío.

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Él no era un tipo engreído; no a él no le importaba aquello de Alta y Baja clase. Para él todos eran personas.

Y aunque en ocasiones no se le permitiera actuar con la plenitud que él quisiera, usualmente hacía lo posible por demostrar que los rangos sociales no eran ningún impedimento para formar relaciones de amistad y compañerismo duraderas y leales. De hecho, su mismísimo grupo de amigos era una confirmación real, tangible y honesta de sus creencias.

Tipos tan diferentes pero que al mismo tiempo encontraban un complemento perfecto en ese lugar; Leopold Vermillion, hijo menor de una de las casas Alfa más importantes de todo el país era "el lider" de aquella "desfachatez" como lo había calificado su madre tres años atrás, cuando se los llevó a presentar.

Sin embargo el no se cohibía ni se limitaba en sus demostraciones de cariño para con sus allegados. Todos a su al rededor creían que el estaba tal vez, un poco mal de la cabeza; pues, acoger a esos chicos bajo su ala de protección, no era algo que cualquiera haría.
Comenzando por el chico de grandes gafas y peinado extravagante; su nombre era Magna Swing, hijo de un vaisbolista de nivel nacional y una mujer de clase baja de la que desconocía su nombre. Luego, su pareja ante la sociedad: Luck Voltia, un chico de elite. Un muchacho nacido dentro de una familia casi tan poderosa como los Vermillion pero que durante un enfrentamiento entre familias terminó por desaparecer, quedando él como el único sobreviviente, y aunque corrió con suerte, parecía haber generado una especie de extraña personalidad a raíz de aquello.

Y por último, Noelle Silva; hija del gran empresario y alfa Nozell Silva y una dama alfa por igual a quien se le conoce por ser miembro de la segunda casa de Alfas más importante de Alemania pero de quien se desconoce su rostro. Aunque, cabe destacar que los rumores adoran la inconmensurable belleza que supuestamente posee la madre de la joven chica.

Y a pesar de ello, Noelle era despreciada y marginada por todo aquel que tenía oportunidad de conocerla o siquiera saber de su existencia. ¿Por qué? Viniendo de una casa, única y exclusivamente de alfas; la llegada de una pequeña beta era un horror inimaginable.
A pesar de ser una chica hermosa, inteligente y astuta, eso no era ni sería suficiente para la casa Silva. No podían perder el tiempo con alguien como ella, por lo que desde muy joven se decidió enviarla lejos a estudiar y no tener un trato directo con ella.

Sin embargo, esas parecían no ser razones suficientes como para que el menor de la Casa Vermillion; los mantuviese lejos. Así que al final, su madre se había rendido y aceptado a regañadientes esa solida amistad entre todos ellos; ya que a fin de cuentas, ella era una mujer noble y de dulces sentimientos que logró convencerse de que ellos no dañarían a su pequeño hijo.

[....]

Primer día del segundo año de universidad; wow, la emoción era demasiada, y se podía ver en aquellos chispeantes ojos azulados del muchacho al dar un vistazo a toda la gente reunida a su al rededor. Al tratarse de alguien tan sociable y protector como lo era él, escuchar un suave quejido; seguido de un par de risas alejándose a sus espaldas no fue algo que pudiese ignorar tan fácil por lo que se dio la vuelta con curiosidad, listo para tenderle una mano a quien sea que se encontraba tirado en el lugar, más nunca se imaginó que un pequeño y adorable chico de grisáceos cabellos sería lo que le daría la bienvenida aquel día.

—¡Jooo, esos idiotas! –El de pequeña estatura se levantó, refunfuñando entre dientes mientras sacudía sus ya, sucias ropas.

—Oi.... ¿Te encuentras bien? –El peli naranja preguntó con cierta duda; ya que el chico parecía realmente molesto. Aún que de nueva cuenta se vio sorprendido por el mismo.

—¡Si!, ¡muchas gracias por preocuparte! –Una gran sonrisa le fue mostrada al más alto, logrando que su desconcierto creciera aún más.

—O-oh.... Si, si es decir....de nada...tu...–¿Que demonios le estaba pasando?, ¡el nunca se quedaba sin palabras!

—¡Asta Sukehiro, mucho gusto! –Exclamó el peli gris con ganas como parecía hacerlo siempre a consideración del alto.

—Yo soy Leo....–No se le permitió terminar, ya que un chico más alto que el y con una apariencia bastante buena le interrumpió de la nada.

—¡Oi, Asta! Que tu no eres un Sukehiro. Vaude es tu apellido, tonto..–Le dio un pequeño golpecillo en la cabeza al de verdes ojos, abrazando luego sus hombros.

—¡Finral-senpai! –Vitoreó el menor, excepcionalmente feliz a ojos del ajeno.

—¿Como haz estado, Asta-kun?, ¡Oh! ¿Quien es tu amigo? –Le cuestionó al percatarse por completo de aquella presencia que desconocía.

—Yo soy....–Nuevamente se le impidió terminar al llegar una nueva persona al lugar.

—¡Te escuche....Finral! –El aludido tragó grueso y se escondió rápidamente detrás del pequeño peligris.

—¡Yami-san! –Chillo quien al parecer era el menor de todos los presentes. Aunque fue pasado de largo por el llamado "Yami".

—Te he dicho que él es y será un Sukehiro para siempre o hasta que a mi se me de la gana, ¿me oíste pequeño bastardo? –El peli naranja no sabía que estaba sucediendo, que debía hacer o hacía donde mirar. Aunque la incertidumbre duró poco, ya que el de pequeña estatura pareció leer sus pensamientos y le explicó:

—Ellos son pareja, prometidos en realidad y aunque los veas pelear de esa manera; Yami-san realmente adora a Finral-senpai, ¡son increibles! Mi hermano de verdad tuvo suerte de que Finral-senpai no saliera corriendo tan rápido como lo insultó por primera vez..–Le contaba con una adorable sonrisa y ojos brillantes; logrando que volviese su vista a la escena de los otros dos con una sonrisa similar.

—Ya veo... Así que el de cabello oscuro es tu hermano mayor, y el castaño tu cuñado ¿cierto?

—¡Lo es!, ¿A caso no es genial? Pronto ellos van a casarse y podré tener sobrinos grandiosos también... –La voz del chico se apagó un poco, llamando la atención de Leopold y logrando que la centrara en su ajeno.

—¿Pasa algo?

—¿Eh?, ¡No, nada en absoluto! –Pronto la sonrisa le volvió al rostro como si ese pequeño lapso de aparente tristeza, jamás hubiese pasado. A pesar de que se encontraba bastante concentrado en el bajito, sus pensamientos se vieron cortados repentinamente debido a un grito.

—¡Oi, tu!, ¡No te le quedes mirando como un idiota!, ¿Acaso te gusta mi hermano!? –Ese grito si que logró llamar la atención de todos.

—Supongo... Supongo que si.

Bienvenido a: Casa Vermillion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora