Los sueños se van, el final llega...

3.1K 106 172
                                    


Luego de haber visto una película en la tan renombrada, y a veces hasta insistente, página famosilla llamada Netflix he entendido quizás, aunque parezca bastante ilógico, que luchar por lo que de verdad quieres requiere algo más que solamente voluntad.

Es un asunto de terquedad, de valentía. Las personas tenemos la facilidad de desperdiciar vidas enteras detrás de algo, que de verdad, no valía la pena. Yo por ejemplo, llevo 29 años de mi vida detrás de un escritorio y no precisamente escribiendo historias por más que eso y cantar siempre hayan sido mis verdaderas vocaciones.

La vida es tan corta que a veces nos olvidamos que ese mañana llegará en muchos años y que cuando tengamos el tiempo y la voluntad es muy probable que las piernas no nos respondan. Y es que, el que te digan NO PUEDES HACERLO debería servir de voluntad para que todo el mundo, ya sea por terquedad o por coraje, se levante de su zona de confort y mueva sus piezas de ajedrez para que todo se ponga de tal forma que la única manera de que salga todo es que salga bien, así, sin más.

Durante años, estuve tratando de encerrarme en mis propios argumentos tratando de que los demás entendieran qué era lo que quería cuando ni yo misma sabía qué era eso, pero hoy, ya sea por la película que les recomiendo (soltera codiciada) o porque a veces de verdad nos llega esa estrella fugaz a decirnos qué debemos hacer, he entendido que debemos hacer eso que nos hace felices, en mi caso por ejemplo, escribir y llegar a todos ustedes a través de un montón de caracteres que puedo usar en este grandioso teclado.

Hoy es un día especial, y no porque me haya dado de porrazo con el suelo entendiendo que debo levantarme y seguir, sino porque la meta está ahí y si alguien pudo lograr sus sueños, yo también. ¿Difícil? ¿Engorroso? ¿Miedo al fracaso? SIEMPRE, pero ya ves, sólo aquellos que se lanzaron al abismo confiando en el paracaídas pudieron triunfar, y hoy más que nunca, sé que yo también lo haré, ¿qué te hace dudar que tú no vas a poder?

___________________________________________________________________________

Horas antes...

Angélica se encontraba en medio de ese enorme aeropuerto con un dolor de estómago tan grande como el mar muerto. No sabía qué hacer o decir, simplemente estaba ahí; un cuerpo inerte cuya mente había volado de ese espacio de tiempo y lugar a tanta distancia que era bastante comprensible que su cara denotara la muerte más fría, el dolor más profundo, la desesperanza más intensa.

Se había quedado ahí, los últimos minutos la última media hora, el tiempo seguía su curso imparable y ella sentía que se la llevaba entre las patas; como todo en su vida, como todo lo que siempre había querido, como la estúpida voluntad que la había movido hace muchos meses a hacer un montón de estupideces que ahora realmente no importaban.

Estaba ahí, muerta, ida. Las personas pasaban a su alrededor mientras ella seguía con el celular en su mano dudando realmente de qué era lo que debía hacer. Y es que a veces lo más obvio es lo más difícil de entender, ¡sí que lo sabía! ¿Cuánto tiempo le había costado darse cuenta de que había cometido un error de esos grandes y garrafales que no sólo te cambian la vida sino el mundo entero?

Estaba ahí, seguía estando ahí. Sin poder hablar o tan siquiera moverse. Y sabía porqué, sí que lo sabía. Toda acción conlleva una reacción y todo lo que pudiera planear hacer o dejar de hacer iba a ser el inicio de un desastre para el cual jamás estuvo preparada y jamás iba a estarlo, ¿y cómo estarlo? Si todo había pasado tan rápido y de una forma tan absurda que empezaba a preguntarse de verdad si tenía mala suerte o todo era producto de algún acto de brujería de esos que pasan y al final te matan y te enteras cuando te están velando, sí, con todo y los arreglos mortuorios.

Sin Fronteras... (Loving without an Ending) ¡Hasta el final del camino!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora