Capítulo VII

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  Los días pasaron rapido en Ooo luego de haber estado con Laurel, deambulaba de aquí a allá. Recorrí todo el reino y vaya que estaba cambiado. La última vez que estuve aquí fue antes de conocer a Ash.

  Vaya... hasta la gente de este lugar a cambiado. Son más amables de lo que eran antes, pero aún así me encuentro fuera de lugar.

  Laurel no ha llamado, tampoco he ido al bar de esa noche, la dulce princesa a mandado a por mi a su mayordomo mentita, pero el solo hecho de pensar en verle la cara me produce un odio que no puedo explicar.

  Creó que esta noche ire a tomarme un trago, quiza me haga algún amigo o algo.

  El bar estaba casí vacío así que decidí sentarme en la barra. Un chico de no más de 25 años me atendió muy amablemente.

-Eres nueva por aquí verdad?- oh que dulce voz la de este chico y que linda sonrisa.

-llegué hace un tiempo y bueno no soy de pasar mucho tiempo fuera de casa, ya sabes el sol y esas cosas- ¿que diablos Maceline?.

-Oh! comprendo- sus labios se curvaron -bueno y que puedo ofrecer a la nueva chica? -

-Que me recomiendas? - le regalo una sonrisa curva.

-pues te traere la especialidad de la casa- se gira y comienza a prepararme el trago.

  Mientras espero recorro el lugar con la mirada. Me detengo a observar un rincon de la estancia en la cuál un hombre bebe un vaso de ginebra. Me parace conocido pero no logro recordar quien es. Lleva una corona y tiene un cierto tono azulado en la piel.

-Aquí tienes tu tragó chica nueva- me tiende el vaso con un liquido entre azulado y verdoso.

-Soy Marceline - le doy un sorbo al trago, ¡Vaya! Esto esta delicioso, es una mezcla de sabores en mi boca -como se llama este trago??- lo miro sorprendida mientras tomo otro sorbo.

-Es la imitación de un trago de antes de la guerra de los champiñones, encontramos la receta y tratamos de hacerla pero no lo logramos. En cambio, logramos este trago, lo llamamos infusión de amor - su sonrisa se ensancho.

-A que se debe el nombre?- pregunto en tono burlón.

-Bueno... verás... el tío que lo descubrió estaba enamoradisimo y bueno cuando hizo el trago sintió que era como estar enamorado, ya sabes- me sonreía coquetamente.

  Sentí que mi cabeza daba vueltas, me levante y fui al baño. Que estúpido nombre para aquel trago. Pero bueno... no deberia pensar mucho en ello.

  Me mire en el espejo y remoje mi rostro, creo que el trago se me subió a la cabeza antes de lo esperado. Volví a la barra observé al chico que me habia atendido, estaba conversando con otras chicas. Vaya con que coquetea con todas. Que decepción. Dirigí mi vista hacia el tipo azul, algo en el me resulta familiar, pido dos vasos de ginebra a una chica guapísima que estaba detras de la barra y me dirijo hacía aquél tipo.

-Puedo sentarme aquí? - le ofresco un vaso con una sonrisa entre labios.

-claro porqué habría de decirte que no si ya estas aquí- tomó el vaso y se lo bebió de un golpe.

-Cuál es tu nombre? Me recuerdas a alguien- entrefruncí las cejas.

-ah... solo llamame rey helado, así me dicen todos, ya sabes por la corona y la magia-

-Soy Marceline, reina vampiro. Y a que se debe tu cara larga rey? -lo miro con curiosidad.

-Pues nada esa dulce princesa no acepta ser mi esposa - me mira y dice en un susurro - ella cree que estoy loco, pero no es así... yo solo quiero un amigo y bueno que ella me ame- baja la mirada.

-Pues esa chica debe tener algún problema, trata de caerle bien a todo el mundo- ruedo los ojos.

-Qué haces por aquí? no te había visto antes?-

-Llegue hace algún tiempo, no conozco a muchos por aquí… bueno y Finn con Jake tampoco me han presentado el lugar como lo prometieron- le ofrecí una sonrisa, algo en este tipo me parece familiar pero no se qué diablos es.

-Conoces a Finn y Jake?- sus ojos se iluminan- ellos son mis amigos… bueno eso es cuando no me golpean o me castigan- se sonroja.

-Te golpean? Porque?- frunzo el ceño

-Porque le pido a la dulce princesa que se case conmigo- se levanta de un golpe –tu les dirás que no soy malo cierto? Les dirás que no estoy loco? Promételo por favor…- se acerca a mí y me toma por las muñecas, algo en sus ojos me parece familiar.

-Cla… claro… -tartamudeo su reacción me asusta- se los diré-

-Gracias chiquilla- se da media vuelta y sale del bar.

  Algo, algo me dice que lo había visto antes. En la nocheosfera? No, eso sería imposible… papá no deja que nadie salga de allí.

   La puerta se abre de par en par observo a una figura que se dirige a mi mesa, al llegar toma asiento donde antes estuvo el rey helado. Lleva una capa negra y no logro verle el rostro.

-Espero de que hayas recibido mi mensaje Marceline Abadeer- su voz me resulta familiar.

-Cual mensaje?- mi corazón se acelera.

-El de Laurel… ella solo te usa y tu no alcanzas a verlo…- un vaso cae y miles de cristales quedan desparramados por el suelo.

-Eso es una total mentí… - vuelvo mi mirada hacia donde estaba la figura pero el lugar esta vacío… a donde habrá ido?

  Me levanto, pago y salgo del lugar lo más rápido que mis piernas me permiten. Creo que lo mejor será que vaya a ver a Laurel, quizá ella pueda tranquilizarme.

  Al llegar a su castillo los guardias me reciben un tanto oscos, uno de sus tantos sirvientes me lleva a su habitación. Me siento en su cama a esperarla, de seguro se alegrara por verme.

-Marcie, cariño que haces aquí?- creo que en realidad la sorprendí.

-Solo pasaba por aquí y bueno pase a saludar ¿Cómo estás? – me levanto para abrazarla, pero ella me besa fríamente la mejilla- estas bien? Te noto tensa…-

-Debiste avisarme que vendrías, tengo una visita muy importante abajo y no podre atenderte, lo siento-

-oh! Creo que… - dudo- creo que mejor me voy… lamento la molestia princesa…-

  Salgo del castillo con los ojos llenos de lágrimas, me dirijo a mi hogar, allí encontrare la paz que necesito. Por el camino compro una botella de ginebra, sé que será una noche larga.

   Bebo y bebo hasta mas no poder, todo el mundo me da vueltas, oh Marceline que ingenua niña eres. Tomo mi bajo-hacha y las cuerdas comienzan a bailar bajo mis dedos.

  La dulce melodía recorre mi cuerpo y mis lágrimas ruedan por mis mejillas para morir entre mis dedos y el bajo. Horas y horas pasan hasta que me comienza a vencer el sueño y el alcohol en mi cuerpo. Me dirijo a mi habitación, pues ya otro día acaba, otro día en que ahogo mis problemas en alcohol, otro día en que prefiero escapar de la realidad, otro dia que sueño con la estúpida de Bonniebel.

Te amaré toda la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora