Prólogo

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Era un frio día de febrero. El tiempo transcurría lentamente para una chica. Estaba agonizando, con tan solo diecisiete años, tumbada en el frío suelo de piedra de un callejón de la vieja ciudad de Londres, trascurría el año 1714.

Temblaba y empapaba la nieve de su sudor frío.

Llevaba semanas con fiebre, pero estos últimos días había empeorado notablemente.

A medida que la fiebre aumentaba tenía mas sueño y unas ganas terribles de dejarlo todo atrás.

Lentamente fue cerrando sus oscuros ojos ya casi sin su brillo que tanto caracterizaban.

El temblequeo estaba cesando.

En el momento que los parpados hicieron contacto con su pareja, el pulso de la chica ceso igual que su sufrimiento.

Todo había terminado para ella, no más hambre, no más frio, no más dolor. Ahora estaba en paz con ella misma y con el mundo.

Pasaron un par de horas hasta que alguien se percato de un bulto en la nieve. Aparto la nieve con la esperanza que fuera comida, ya que eran tiempos difíciles para todos.

Cuando vio lo que había encontrado su primera reacción fue asustarse pero con mucho valor, se acercó al cuerpo de la chica, que yacía inmóvil con la larga melena oscura esparcida alrededor formando una corona, en busca de algún objeto o resto de comida que le permitiera sobrevivir.

No tuvo suerte, solo un par de cerillas usadas y una entera.

No se podía pedir más ya que la chica no era más que una simple huérfana vagabunda. No se puede decir que la vida la trato muy bien.

Vientos del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora