VIII

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-¿Por que no nos sentamos en este trozo de césped, delante del banco? Así podremos oír la conversación de estos tíos ya que tu no dices ni mu- propuso Noah señalando un trozo de hierba que parecía considerablemente seco teniendo en cuenta que hasta hacia un par de horas estuvo nevando.

 -¿Y por que no?- estuvo de acuerdo Sky- ¿Nos sentamos?

 Tomaron asiento y volvieron a sacar todo lo que minutos antes recogían mientras esperaba la inminente llegada de los jóvenes.

 -¿Como crees que serán? ¿Cuantos habrá? ¿De que hablan ahora los adolescentes? ¿Comentaran alguna obra de teatro o algún libro? Espero haberlo leído para así poder entender la conversación- dijo Sky de carrerilla, casi sin pausa, emocionada por poder disfrutar de una conversación real, por poder hacer alguna cosa mas que trabajar

 -De una en una las preguntas Sky- dijo él muchacho- y además dudo que hablen de libros y menos de obras de teatro

 -¿Y tu que sabrás?- hizo una pausa- ¿Si no de que hablaran? ¿A lo me...- callo de repente, los chicos llegaron y por la primera impresión que tuvo, Noah estaba en lo cierto, no hablaban de libros- Pues tienes razón.

 Espero.

Volvió a esperar por una respuesta, nada.

Los minutos pasaban y los jóvenes se sentaron hablando sobre una tal “Jessieeeee” que llevaba “un pedo que te cagas”, Sky se apiado de ella, una vez tuvo gases y lo paso muy mal.

Siguió esperando, cada vez el silencio era mas incomodo hasta que se harto y miro a Noah.

Estaba de espaldas a ella mirando fijamente a una de las jóvenes, estaba quieto, demasiado quieto para ser él, que no paraba en todo el día.

Se movió un poco para poder verle la cara y luego fue ella la que se quedo quieta. Estaba llorando. Se esperaba cualquier cosa menos eso, llorar. No había llorado al enterarse de su muerte pero ahora, estaba llorando y, al parecer, sin razón aparente.

 -Noah, ¿pasa algo?- pregunto Sky con el tono de voz mas suave, preocupado y sincera que pudo. Él asintio. - ¿Me lo quieres contar?

Llevaba ya un par de horas en su cuarto oyendo a sus padres gritar.

Daba vueltas entre el revoltijo de sabanas que era su cama. Imposible.

No podía dormir, la preocupación y los gritos no lo dejaban dormir.

Hizo a un lado las sabanas y se puso de pie al tiempo que su padre gritaba con su voz de trueno, aun no entendía como sus vecinos no habían llamado a la policía, imposible no oírlo. Luego se dio cuenta, ya estaban tan acostumbrados a ellos que lo raro seria no oírlos.

Busco sus zapatillas con el pie y una vez noto su tacto suave debajo de la cama se las puso. Cogió su bata de detrás de la puerta se la hecho encima y se dirigió hacia las escaleras de su casa. Con cada paso que daba las voces se hacían mas fuertes, cada vez se oían mas los improperios de su padre y los lloros de su madre, pero por sobre de todo oía los gritos coléricos de su hermana.

Bajo despacio, intentando no ser oído, aunque, por mucho ruido que hiciera no le escucharían, estaban demasiado ocupados discutiendo. Paso rápido por delante la puerta del salón para no ser visto en dirección a la cocina. Se sentó en el frió suelo aun con algunas manchas de aceite de la cena de hoy y se acurruco al lado del el perro que dormía profundamente, ajeno a la disputa familiar que se llevaba a cabo en el salón.

-Seriamente Perrosaurio, no se como puedes dormir con estos gritos.- susurro al lado de la oreja del negro labrador que yacía dormido en su cama

Agudizo el oído, se acerco un poco a la puerta para poder oír e intento coger el hilo de la conversación de los “adultos” de la casa.

-...siempre igual, siempre con el mismo cuento. ¡Crece de una vez!- dijo su padre, con ese tono podría poner firmes a un ejercito entero, por muy duros que fueran los chavales

-¡Eres tu el que tiene que crecer! ¡Yo ya lo hago! Pero tu no me dejas...- declaro su hermana, con voz entrecortada por los sollozos, pero lo suficientemente alta para oírla.

-Yo te dejo crecer, pero tu crecerás en esta casa, ¡no te vas!

-Me voy a ir, tanto si quieres como si no. Soy mayor de edad, puedo hacer lo que me de la gana, no me vas a controlar mas papa

-¡Yo no te controlo!

-¡¿Que no me controlas?! ¡¿que no me controlas?!- grito a pleno pulmón la chica- Eres tu el que ha decidido siempre mi vida, el que me obligo a empezar una carrera que yo no quería, el que no me dejaba estudiar bellas artes, el que quería que yo fuera como él, el que me prohíbe salir con amigos al que no da su visto bueno.- dijo casi en un susurro

-¡Solo hago lo mejor para ti!

-¡Mira por donde, lo mejor para mi es lo que no me dejas hacer!- dicho esto cogió la maleta que horas antes había preparado se la hecho encima del hombro y se dirigió hacia la puerta principal.

Sus padres la siguieron, gritando y llorando, montando un drama.

Su hermana salió, quitándose las manos de su madre que le suplicaba que se quedara, pero antes de cerrar la puerta dijo unas ultimas palabras:

-Por dios, no hagáis a Noah lo mismo que a mi, no se lo merece

Dicho esto, se largo.

No sabían nada de ella, no daba señales de vida, esto a los primeros meses deprimía a su madre y enfurecida a su padre, eso llevo a grandes peleas entre ellos.

Las peleas cada vez eran mas fuertes, hasta que un día llegaron a mayores, su padre pego a su madre. Se divorciaron y se fueron a vivir él y su madre a la otra punta de la grande ciudad. A partir de hay, fue historia.

Sky estaba sin palabras.

Entendía el llanto de Noah.

Vientos del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora