Día 8

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Era la mañana del día ocho, Raptor fue el primero en levantarse y vio al pequeño dormir.

Vio la perfección en una sola persona y se volvió a enamorar.
Se enamoró de su delicada piel.
Se enamoró de sus suaves labios.
Se enamoró de su fragancia.
Se enamoró de él una vez más, pero temía cometer otro imperdonable error.

Con su dedo acaricio la mejilla del pequeño de una manera delicada ganando una pequeña sonrisa por parte de Andrés.

-Tengo que lograr enamorarte una vez más.

Raptor se fue a bañar dejando al pequeño en la habitación.

Él había escuchado todo pero no quería volver a enamorarse, o mejor dicho, no quería volver a salir herido. El día que Ari se marchó para Andrés fue uno de los más triste de su corta vida, a partir de ese día en su diario vivir ya no había cabida para el calor de la alegría. Aún con los ojos cerrados pensó que quizás ahora todo sea diferente, quizás era una buena idea aquella segunda oportunidad.

Andrés se levanto de la cama y fue a la cocina a preparar el desayuno.
Ari ya iba saliendo de la ducha y cuando entró a la cocina se sorprendió.

-Vaya creo que comer helado de noche te hizo daño Tsuki.

-Oh vamos, trato de hacer algo lindo para ti y tú siempre le buscas lo malo Hoshi.

El mayor fue hasta donde el pequeño estaba e iba a hacer lo que siempre solía hacer cuando se enojaba, lo iba a abrazar por la espalda y robarle un beso, pero con miedo en su corazón prefirió sólo despeinarlo un poco.

-Te amo Tsuki, te amo tanto- le susurró al oido.

Después de pronunciar la última palabra fue a su asiento a comer, dejando al pequeño con una linda sonrisa. El desayuno estaba lleno de risas y de pronto una propuesta inesperada se hizo presente.

-Ari ¿quieres salir conmigo?

-Oye- se quejó el mayor con un puchero -se supone que tú tienes que salir conmigo no yo contigo.

-Solo acepta y punto.

-Bien enano, acepto tu propuesta pero- Habló Ari despues de tragar lo que comía -¿a dónde se supone que vamos?.

-Eso es una sorpresa.

Realmente Andrés no sabía a dónde iban a ir, así que cuando acabó el desayuno fue a sentarse en el suelo de la habitación con sus audífono puestos a pensar, mientras tanto Raptor se sentía confundido.

¿Qué pantuflas acababa de pasar?¿Sparta lo invitó a salir?¿el mundo se va a acabar?

Pese al desconcierto Raptor se sentía feliz, la actitud insípida de Andrés se iba desvaneciendo y poco a poco estaba volviendo su antiguo carácter.

[...]


El lugar de destino era el parque de diversiones, lugar de su segunda cita, cita que el pequeño había pagado.

-¿Recuerdas ese día Tsuki?.

-No, no lo recuerdo- mintió el pequeño -sólo quería venir aquí y ya.

-¿Por qué de repente te pones tan bipolar?.

-Ya cállate- le gritó el pequeño alejándose del mayor.

Raptor sonrió pues sabía que Sparta estaba tan sonrojado que tenía que caminar veinte pasos frente a él.

A medida que se adentraba al lugar los recuerdos llegaban a su mente en especial cuando vieron la montaña rusa, Ari recordó cuando el encargado le pidió que tenga cuidado con su "hijo".
El mayor ese día no aguantó las ganas de reír y el encargado se quedó anonado .

-Él no es mi hijo- le dijo aún con ganas de reír -es mi novio.

En ese entonces ellos no eran novios o aún no lo eran.
Ese día la cara de Sparta valía oro, estaba entre enojado y confundido.
Después del juego Sparta hizo lo mismo que está haciendo ahora, caminar veinte pasos lejos del mayor para ocultar su sonrojo.

-Oye, Tsuki- gritó el mayor -¿Qué tal si subimos a la montaña rusa?.

El pequeño se detuvo en seco y dio la vuelta.

-No.

-¿Por qué?- Ari sintió a sus adentros que quizás ese día no fue tan bueno para Andres como lo fue para él.

-Porque no quiero que otra vez el encargado me llame tu hijo y para colmo que digas que soy tu novio, además no quiero que gracias a eso te lleves miradas de desagrado u odio.

El mayor miró al menor con su sonrisa caracteristica, Andrés, aunque sea muy de vez en cuando, hacía que su corazón latiera con fuerza, como un adolescente enamorado.

-¿Vas a quedarte ahí parado?- Habló Sparta, evitando hacer contacto visual -la fila de la rueda de la fortuna va a ser infinita si te quedas ahí.

Raptor con una sonrisa tomó la mano del pequeño y comenzó a correr; al llegar vieron que la fila no era tan larga como parecia ya que estaba llena de parejas y gracias a eso pronto llegaron al frente.

-Yo pago- dijo el pequeño.

-No, yo pago- protestó el mayor.

Y con eso iniciaron una pelea que terminó por desesperar al encargado de la atracción, gracias a eso Andrés termino pagando.

-¿Al salir quieres ir por un helado?- propuso Ari.

-¿Que tal una pizza?.

-Hecho.

La vista desde la altura en la que estaban era magnífica, se podía ver el mar, la arena, las luces de la ciudad, pero para Ari no había mejor vista que la de Sparta mirando a través del cristal con una sonrisa, admirando casi sin pestañear todo lo que lo rodeaba.
Los impulsos de hablar de como le gustaba verlo así los reprimió al ver que tuvieron que bajar.

-Vamos por la pizza Hoshi- dijo el mayor sin dejar de sonreir.

Andrés no pudo evitar sonreir al ver la dulce sonrisa del contrario.

Y con una noche de pizza y un monton de sonrisas terminó el día ocho

Un Nuevo Intento, 10 Días (Spartor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora