La llave no termina de girar en la cerradura, un intento, dos; por fin consigue abrir la puerta y lo nota. Sabe que Alfred está aquí, lo sabe por cómo huele el piso. Huele a casa.
Alfred escucha la puerta abrirse pero no se mueve. Mantiene la cabeza entre sus piernas, haciéndose pequeñito pequeñito en el sofá.
Alfred intenta respirar. Cuenta hasta tres y vuelve a intentarlo. Puede que respire, pero él no lo nota. El agobio empieza a ganarle la partida.
Resignación.
Frustración.
Amaia deja su bolsa en la silla de la entrada, al lado del póster de Peter Pan. Desde su posición sólo le ve los rizos que sobresalen del respaldo del sofá.
—Me acaba de llamar mi abuela, dice que te diga que estaba sonando "Que Nos Sigan Las Luces" en el Mercadona.
Alfred oye su voz pero no la escucha.
Amaia se acerca y lo nota; rígido y tenso. Le acaricia la cara, posa las dos manos sobre ella y la levanta hasta que sus ojos encuentran los suyos.
Negros, sus ojos están negros pero no hay ápice de purpurina en ellos.
Mierda.
Ella mantiene la calma que a él tanto le hace falta. Va al baño y pone el tapón a la bañera antes de dejar el grifo abierto y cerrar la puerta.
Alfred vuelve a intentarlo.
No es tan difícil. Venga, inspirar y expirar. Cóge aire, joder. Cóge aire. La estás asustando. Joder. Coge puto aire.
Respira, pero su pecho no se mueve. Se mantiene igual de tenso que antes, hasta que nota una mano sobre él.
Amaia hace circulitos sobre su pecho. Sabe que le duele, que tiene ansiedad.
—Alfred —lo llama— ¿Te has tomado las pastillas?
Él intenta hablar pero no le sale la voz, niega levemente con la cabeza y Amaia se levanta como un resorte del sofá y va a la cocina, donde tiene la cajita. Por si acaso, había dicho él. Y menos mal.
Coge la que sabe que necesita y un vaso de agua, y se los da; se guarda un mechero y una cerilla en el bolsillo del pantalón y espera a que se tome la medicación.
Recuerda lo que le explicó Alfred dentro de la academia: "Cuando la química se desborda... solo se cura con química. No podemos ir de "hippies" con esto; Es una cosa seria. A parte, es importante estar con buena gente al lado y explicarlo, hablarlo. Esa es la clave."
Amaia lo coge de la mano, espera un poco y tira de él hacia el baño.
Alfred se deja llevar.
Ella abre la puerta y el vapor de agua los recibe, cierra el grifo de la bañera y la puerta tras de ellos. Amaia conoce los efectos de la pastilla, los ha visto antes, sabe que tiene unos pocos minutos antes de que él empiece a relajarse totalmente, tanto que le costará mantenerse en pie.
Amaia lleva las manos a los botones de su camisa y empieza a desabrochárselos, él se deja hacer. Se deshace de su camisa, después de la camiseta. Lleva las manos al botón de sus pantalones, lo desabrocha, abre su cremallera y baja sus pantalones.
Alfred cierra los ojos. Nota cómo sus calzoncillos desaparecen y el frío de la taza del váter en su culo. Amaia se deshace de sus zapatillas y de sus calcetines.
Alfred deja de notar las manos de ella sobre su cuerpo. Alfred consigue contar hasta treinta y Amaia tira de su mano. Esta desnuda, delante de él y tira hacia el interior de la bañera.
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Petit Infinit
FanfictionHay infinitos mas grandes que otros. Al igual que el tiempo era relativo, la grandeza de cosas como la distancia o el amor que uno podía llegar a sentir también lo eran. Y Amaia lo sabía. Recopilación de momentos de la vida de Alfred y Amaia que, c...