Agua.

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Es la primera vez que me dirijo a vosotras aquí arriba. Solo os digo que espero que os guste y que del barco de chanquete... no nos moverán. Mientras ellos sean felices... Ayer... ayer lloré mucho. Piense lo que piense la gente. Hoy he tenido un día de perros... así que sólo me ha salido esto. Espero que os guste. Un beso, Emma.

P.D: porfavor, leed el capítulo con la canción que hay arriba. Buscádla en spoty, pero esa versión en concreto, es la que me ha inspirado y la que llevo escuchando en bucle desde que me he puesto con este capitulo. No os molesto mas. Espero que os guste.


ALFRED:

La música me envuelve. La sangre me hierve. Mi corazón late acelerado.

Me tiro de la chaqueta hasta que me deshago de ella y procedo con los botones de la camisa. Nada de desabrocharlos de un tirón. Uno a uno se van abriendo. Uno a uno aumentan el escote de mi camisa.

"Sant James Infirmary Blues" sigue sonando y empiezo a desvestirme al ritmo de la canción.

El agua sigue corriendo por el plato de la ducha. El vaho empieza a rodearme y a empañar el cristal. Es por eso por lo que al empezar a bailar, no me veo reflejado, sigo moviéndome, dejando la vergüenza atrás. Dejándolo todo atrás.

Acompaño cada acorde tocado al piano con ritmos de mis caderas. Mis manos viajan a la solapa de mi camisa blanca y la abro al ritmo de la música. Me siento poderoso y me siento sexy... a pesar de que debo parecer uno de esos streepers baratos de motel de carretera, quizás uno de los de las fiestas de adolescentes.

Arrancarme los pantalones no me sirve, los míos son buenos, no de papel. Así que le guiño un ojo a mi yo empañado del espejo, antes de llevar la mano al botón y desabrocharlos.

Juego con la cremallera. La subo arriba y abajo. El jazz me mueve. Ahora de abajo a arriba. Siempre con cuidado, no sea que tengamos una desgracia.

Cierro los ojos y me bajo los pantalones. Las zapatillas y los calcetines abandonan mis pies y mientras termina la canción y vuelve a empezar, entro en la ducha.

El agua se desliza sobre mi cuerpo.

Mis rizos se empapan "poc a poc" y se me caen sobre la frente. Respiro hondo; pero el vaho no me deja hacerlo muy bien. Abro la boca y algunas gotas de agua se me meten en ella.

El agua está caliente, demasiado. Me quemo la lengua, pero mi piel, más curtida, no protesta. Y si lo hace; yo no la escucho.

El calor no es desagradable, al contrario, gota a gota mi cansancio se va.

Necesito que el agua lo borre todo.

Necesito que se apropie del nudo que hay en mí y se lo lleve lejos.

Muy lejos.


Respiro hondo y unas palabras lejanas mezcladas entre recuerdos vienen a mi mente. "Respiro hondo", "Escucho mi ser profundo", "Abro mi corazón" y "libero la tensión".

Lo hago.

Entre aquellas cuatro paredes funcionaba. Entre estas cuatro no tanto.

Mi mente se oscurece y las sombras me acechan. Necesito dejar de pensar, necesito deshacerme de la sensación de vacío. Que se vaya. Que se marche.

Echo la cabeza hacia atrás y grito.

Supongo que mi cuerpo se ha acostumbrado a la temperatura del agua, ya que un escalofrío me recorre la espalda. Yo le doy un golpe al grifo y lo muevo hacia la izquierda. Vuelve a estar caliente.

Necesito dejar de pensar.

Mis dedos viajan por mi cuero cabelludo, enjabonándolo. Sin embargo no es la fragancia de mi champú la que mis fosas nasales perciben. Es la del suyo.

Me obligo a abrir un ojo y cerciorarme de que, es su champú el que mi mano ha cogido, casi a tientas.

Su olor me embriaga, se mezcla con el vaho y empieza a rodearme. Cojo la botella de gel, pero automáticamente la dejo en su repisa.

Siendo consciente esta vez, cojo su champú y dejo caer unas cuantas gotas de jabón en la palma de mi mano. Está frío y sigue frío cuando entra en contacto con mi cuello. El olor se hace más intenso. Recorro con la esponja mi cuello, bajo despacio y me entretengo con el pelo de mi pecho. El olor se hace más fuerte.

Con la mano que me queda, cojo parte de la espuma de mi pelo y me enjabono con ella también.

Me acaricio los brazos, el pecho, la cintura, la cadera... y vuelvo a enredar mis dedos en el pelo de mi cuerpo... esta vez de mi pubis. Juego con ellos, los enjabono, cierro los ojos y me meto bajo el grifo otra vez.

Mi mano viaja hacia abajo y me encuentro. Me acaricio de arriba hacia abajo. La canción vuelve a reproducirse y sigo el ritmo que el jazz me marca. No tardo en estar duro.

Me mimo sin reprimirme ni un solo instante, dejo que la música entre en mí, dejo que me mueva a ella. Y así... así consigo no pensar.

Juego conmigo mismo, tardo exactamente lo que tarda la canción en terminar y volver a empezar en llegar al límite.

Cuando para la canción... paro. No llego a correrme.

Vuelvo a empezar.

La música vuelve a sonar y mis caricias empiezan de nuevo.

Estoy solo, así que ni lo pienso al dejar que mi respiración irregular sea acompañada de un gemido ronco.

Esta vez me cuesta más parar. Aprieto el culo con fuerza y consigo terminar la canción.

El agua empieza a enfriarse. No me queda mucho tiempo hasta que se vuelva fría. Ya he jugado demasiado con mi cuerpo, así que acelero mis movimientos, mi pulgar me acaricia uno de mis puntos débiles.

Una y otra vez.

Apoyo la cabeza contra el mármol, caliente a causa del vapor de agua. Me falta nada. Inspiro entre dientes... y me dejo ir.

Mi gemido ahoga el sonido de un nuevo mensaje.

Un silbido para momentáneamente la música, pero yo, respiro entrecortadamente contra la pared de la ducha y no me entero. La música vuelve a sonar de nuevo, siguiendo en bucle. La pantalla se ilumina. Un mensaje:

"Por si te hace falta... T'<3"

Petit InfinitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora