Persivo un aroma dulce, pero no logro identificar de que se trata, no soy capas de ver nada a mi alrededor todo esta oscuro ante mis cansados ojos grises, solo se que este lugar huele realmente bien, mi consciencia de desvanece y dejo de notar aquel olor. Ahora me siento ligero, como si flotase dentro de mi sueño, no se que que se trata pero comienza a gustarme, realmente espero no tener que escuchar la maldita alarma que anuncia el inicio de la pesadilla: otro día en el asqueroso instituto masculino de disciplina militar General Anaya; me siento tan tranquilo justo ahora que no quisiera tener que volver a aquel lugar donde mis compañeros tanto me han atormentado siempre, y en parte los entiendo, todos ellos pertenecen a ese sitio pero yo soy diferente, incluso no estaría ahí si no fuera por las influencias de mi padre y la corrupción de su amigo militar, ninguno de los dos entendió que yo amaba el arte de crear, no la destrucción que a los militares tanto les fascina.
Este ambiente es algo nostálgico, aún recuerdo cuando solía divagar mientras mi pincel plasmaba mis fantasías en el lienzo, a diferencia de otros artistas nunca sentí temor ante la pureza del blanco frente a mí, sabía lo que quería plasmar como si las ideas fluyeran cual agua desde mi mente, utilizando mi brazo como si fuese un río y finalmente fueran llevadas a un infinito de posibilidades a traves de mi mano. Amaba cada uno de esos momentos después del colegio en mi pequeño cuarto de arte, al menos hasta que mi padre fue consumido por la idea de que mi pasatiempo era una desgracia para el prestigio de la familia, todos impecables empresarios, con títulos y reconocimientos envidiables excepto yo: un estudiante promedio con una gran pasión por el arte, en palabras de mi padre "un inutil que solo sabe manchar una tela todo el día, ni siquiera talento tiene". Sus palabras crueles resonaron en mi mente por años mientras me esforzaba cada vez más por ganar su reconocimiento, cuando finalmente creí haberlo logrado, resultó todo lo contrario.
Hace más de seis meses llegué a casa con mi sonrisa expuesta, tan grande que me dolían los labios y mis manos sujetaban el papel por el que tantas veces el sol me sorprendió aún despierto, de inmediato se lo mostré a mi padre esperando que sintiera un poco de comprensión pero en vez de eso lo miré hacer añicos mi reconocimiento del primer lugar en el concurso de arte estatal, mi piel se erizó y sentí un escalofrío recorrerme desde la nuca hasta los pies solo interrumpido por el dolor de mis cabellos siendo jalados bruscamente por mi padre, me arrastró hasta su oficina y cerró la puerta dejando fuera un mechón de cabellos negros que el ardor en mi cabeza dejaba claro que me pertenecían.
17 veces impactó la hebilla de su cinturón contra mi piel, una por cada año de edad que tenía, una por cada vez que intenté mostrarle que mi gusto a nadie dañaba, uno por cada última gota de esperanza que me quedaba y al final no fueron precisamente pocas gotas las que dejaron el tapete manchado de mi sangre.
Mientras me retorcía de dolor lo escuché llamar a uno de sus amigos con su rostro serio y su frente sudorosa del esfuerzo que acababa de hacer, parecía menos molesto por lo menos, creí que sería todo a la vez que perdía mi consciencia.
Cuando volví a mirar la luz, me encontraba en mi habitación y una enfermera, cuyo rostro no recuerdo, cuidaba de mí. Estaba lleno de vendajes, moretones y dolor cuando mi rostro se descompuso al ver entrar al causante de mi condición, por fortuna o desgracia su visita fue rápida "el lunes entrarás a la escuela militar, tus cosas están listas" dijo y no me dio oportunidad de preguntar nada, y aunque lo hubiese hecho la decisión claramente ya estaba tomada y no había nada más que hacer.Aún adolorido tomé la maleta que Gabi, la sirvienta, preparó para mí y subí al coche con el chofer que me llevó a mi nuevo colegio, realmente no era uno militar sino un colegio para varones que dependía del colegio militar, pero para mi no era mucha la diferencia, en ese momento perdería mis amigos, mis habitos, mi hogar, mis sueños y pensandolo un poco, perdería mi vida, almenos tal como la conocía hasta ese momento, empezando por mi libertad de salir y de expresarme, ahí todos debíamos comportarnos cual robots idénticos, obedientes y sin personalidad a menos que quisiéramos ser castigados.
El tiempo pasó, pronto notaron que yo era distinto a todos ellos, ni siquiera me interesaba lo más mínimo estar ahí y los malos tratos no se hicieron esperar, terminé odiando cada día con toda la fuerza con la que alguna vez amé el arte, me resultaba difícil levantarme cada día con el sonido de una alarma que anunciaba otro día en el que por capricho de Dios seguía respirando ¿Qué tanto me odiaba el Dios al que antes tanto le rezé? ¿Acaso me estaba castigando o me había abandonado por unirme a este lugar? Yo no quería ser militar pero aquí estaba yo, terminando la preparatoria en este lugar para después unirme oficialmente a la escuela militar. Mi padre me dejó aquí a mi suerte con el argumento de formarme un carácter, ¡Vaya estupidez!
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Inspiración de Media Noche
Short StoryEn ocasiones mi sueño es interrumpido a altas horas de la noche, sin saber por que o por quién solo distingo el brillo del reloj en mi celular entre la obscuridad tan absorbente que me rodea, que me cobija y me hace levantarme sin un motivo claro. E...