AMIGO

352 67 54
                                    

Pude haber sido yo el que a tu lado siempre se despierte

Pero el futuro nunca nos llegó

Me prometí que nunca iba a perderte y no sé qué pasó

Pude haber sido yo

Si tú tan sólo me hubieras pedido un consejo de amor

A la mañana siguiente a la llamada, y luego de un millón y medio de llamadas por parte de Guillermo, Samuel se vio obligado a contarle lo sucedido con David a su amigo, el cual no pudo hacer más que sentirse fatal por no estar con él para consolarlo. Según lo que le había contado el doctor, su pareja había decidido terminar con él al sentir que los años habían desgastado la relación a tal punto que ninguno de los dos parecía amarse tanto como antes, cosa que tomó por sorpresa a Guillermo por lo inesperado y precipitado que eso sonaba; estaba convencido de que ambos se amaban con locura.

-No sé qué haré ahora- dijo Samuel entre lágrimas del otro lado de la pantalla –Estoy solo aquí y no puedo irme... esto va a matarme, Guille.

-No, Samu, no va a matarte- el contrario asintió y Guillermo sintió desesperación por la distancia que no lo dejaba abrazarlo –Las relaciones se arman y se desarman todo el tiempo, esto no es el fin del mundo.

-Es el fin de mi mundo- el doctor sollozó y se abrazó a sí mismo, desesperado por sentir los brazos de David rodeándolo –No podré estar solo aquí... necesito que me abraces para que no me rompa tanto.

Y Guillermo no necesitó más palabras para saber lo que tenía que hacer.

Un par de días después a aquella charla, Guillermo, impulsado por las mariposas en su estómago que había calificado como celos cuando era joven, tocaba la puerta de lo que, según sabía, era el departamento de su mejor amigo, el cual no sabía que había viajado exclusivamente para poder abrazarlo. Las lágrimas de Samuel, su voz rota y la angustia en sus ojos fueron suficiente impulso para tomar su maleta, cargarla con las primera mudas de ropa que encontró y salir disparado hacia el aeropuerto para tomar el primer vuelo que encontrase con destino a Los Ángeles, yéndose sin dar ninguna explicación con tal de ver a aunque sea por un instante al chico con el que había crecido. Cuando la puerta se abrió y Guillermo finalmente vio a su roto amigo no pudo controlar a su cuerpo cuando este se estampó contra el del contrario, quien no supo muy bien cómo reaccionar a lo que estaba pasando.

¿Realmente se traba de Guillermo o su tristeza le estaba jugando una mala pasada?

-Oh, Samu...- dijo el de ojos rasgados mientras apretaba el cuerpo de su amigo con fuerza –Oh, Dios, te extrañé- dijo con la voz emocionada y el corazón latiéndole con velocidad.

-¿Guillermo?- preguntó desorientado el dueño de casa, demostrando así lo perdido en la realidad que estaba.

-Sí, tontorrón, soy yo- se separó con lágrimas en los ojos y miró al doctor con una sonrisa –¿No dijiste que necesitabas un abrazo?

Samuel respiró con dificultad de un momento al otro y abrazó con fuerza a su mejor amigo, dejándose llevar por aquel aroma que tanto había extrañado sentir.

De nuevo estaban juntos luego de dos años estando separados.

-Guille...- sollozó con fuerza en el hombro del nombrado, provocando que toda aquella emoción de volver a encontrarse se transformase rápidamente en angustia y dolor, dolo que el corazón de Samuel no podía dejar de sentir.

Consejo de amor [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora