Pude haber sido yo el que a tu lado siempre se despierte
Pero el futuro nunca nos llegó
Me prometí que nunca iba a perderte y no sé qué pasó
Pude haber sido yo
Si tú tan sólo me hubieras pedido un consejo de amor
Aquella noche Samuel llegó a su casa borracho y con lágrimas brotando de sus ojos, las cuales no dejaron de caer a pesar de que el alcohol ya no estaba en su organismo.
Su corazón se había roto.
Aquella noche Guillermo llegó a su casa con los labios adoloridos y el pecho lleno de dudas, las cuales no dejaron de cerrarle garganta a pesar de que el alcohol y la causante de su confusión ya no estaban cerca de él.
Su corazón estaba asustado.
Ninguno de los dos menciono nada de lo ocurrido aquella noche y el tiempo transcurrió como el agua debajo de un puente: a veces lento, otras a gran velocidad, en ocasiones con tranquilidad y otras de manera furiosa y desequilibrada, transformando paulatinamente la relación de los mejores amigos como la erosión transforma el relieve... su amistad se estaba reamoldando, pero no podían definir si de una manera positiva o no; seguían siendo mejores amigos, pero eso no alcanzaba.
Las fiestas, la gente nueva y los besos con terceros siguieron apareciendo y apareciendo por parte de ambos, por lo que también se habían visto obligados a enterrar una y otra vez sus sentimientos cada que veían al otro besar a alguien más, cosa que los había convertido en personas fuertes pero heridas, individuos que luchaban día tras día por ocultar lo que sentían por el otro y lo camuflaban en conquistas de una noche, alcohol y cigarros. Samuel fumaba para dormir a sus mariposas y Guillermo bebía para apagar el fuego de los celos cada que estos querían incinerarlo.
-¡Aquí estas!- gritó un Guillermo de dieciocho años al reencontrarse con su amigo sentado sobre la arena con un cigarro entre sus dedos después de varios minutos de estar buscándolo –Creí que te habías ido- continuó para caer de manera torpe junto al más alto, quien lo miró de forma divertida.
La misma casa en la playa, las mismas luces, la misma gente moviéndose de aquí para allá mientras bailaba y bebía...
-No puedo irme si no es contigo, chaval. Tus padres me dejaron a tu cuidado- Guillermo rodó los ojos -¿Cristina?- Samuel le dio una gran calada a su cigarro al mencionarla, calmando momentáneamente el dolor que le causaba preguntar por ella.
Guillermo siempre terminaba besando a Cristina cada que estaba borracho y eso empujaba a Samuel a fumar, como había pasado en aquella ocasión.
-Dentro, con sus amigas- se recostó sobre la arena para contemplar las estrellas –La quiero, pero sus amistades son demasiado... intensas.
-Supongo que así son las mujeres, ¿no?- Guillermo lo miró con curiosidad –Por eso es que tiene que gustarte los hombres como a mí, somos más sencillos- ambos rieron.
Guillermo no dijo nada pero sentía la incontrolable necesidad de decir que a él también le gustaban los hombres... precisamente el que estaba a su lado.
Samuel dio otra calada a su cigarrillo y clavó los ojos en la gente que se movía delante de él y a orillas del mar, entre las cuales se encontraba David, su pequeña conquista de todas las noches. El muchacho frente a él se movía de manera torpe mientras intentaba bailar con su grupo de amigos, provocando que algunas mariposas revolotearan en el estómago del joven sin causarle dolor, cosa que le agradaba y lo tranquilizaba; había encontrado a alguien que generaba algo parecido a lo que generaba Guillermo pero sin lastimarlo y de una manera muchísimo menos intensa. No era lo mismo, pero era reconfortante.
-¡Deja de bailar así, chaval!- gritó Samuel llamando la atención del que se movía a la lejanía -¡Te ves ridículo!
Guillermo tomo asiento junto a su amigo, desorientado por el alcohol y el grito inesperado que taponó sus oídos, y se encontró con David acercándose de manera torpe a ellos con una sonrisa pintando sus labios, la cual también vio reflejada en el rostro de su mejor amigo y le revolvió el estómago. ¿Por qué Samuel sonreía tanto estando con otras personas? ¡Él era su mejor amigo!
-Oh, cariño, si te encanta verme bailar- dijo David una vez estuvo cerca de Samuel y continuaba moviendo su cuerpo al ritmo de la música, desorientando todavía más al de ojos rasgados por el mote cariñoso que había utilizado para llamarlo.
-¿Cariño?- preguntó mientras los miraba y fruncía el ceño.
David bajó a la altura de los amigos y se sentó sobre las piernas de Samuel para abrazarlo por los hombros con uno de sus brazos y besar delicadamente la mejilla del contrario, acción que terminó de revolverle el estómago. Samuel lo tomó por la cintura y lo acomodó sobre su cuerpo para tenerlo más cerca, pudiendo así corresponder a su beso también.
-Sí, cariño- repitió el recién llegado mientras luchaba para no reír; el alcohol también estaba presente en su cuerpo –Samuel y yo somos novios, ¿no lo sabías?
Y fue en ese preciso instante en el que sintió a su corazón dejar de latir.
-No... no lo sabía- tartamudeó.
-Acepté hace un par horas, aún estas a prueba- acotó Samuel mientras sonreía con incomodidad por la mirada perdida de su mejor amigo –Voy a dejarte si te portas mal.
O si Guille me lo pide pensó, pero no lo dijo.
Guillermo quiso hablar, pero el nudo en su garganta y el malestar en su estómago no se lo permitían; Samuel y David estaban juntos y el siquiera lo había sospechado. ¿Por qué no habían hablado de eso? ¿Por qué lo tomaba tan de sorpresa?... ¿Por qué dolía tanto con tan solo pensarlo?
David tomó el mentón de su amigo y ambos se besaron con tranquilidad, siendo esta la gota que rebalsó el vaso interno del contrario finalmente. Guillermo contuvo las lágrimas que se habían agolpado en sus ojos, cubrió su boca y sin más salió disparado lejos de la pareja, teniendo que detenerse varios metros después cuando todo el alcohol que había consumido pidió ser de una vez expulsado de su cuerpo. Vomitó junto a un arbusto y dejó que sus lágrimas saliesen finalmente para mojar sus mejillas, quedando su dolor camuflado entre vómito y arena.
-Guille, ¿estás bien?- escuchó la voz de Samuel y levantó la cabeza cuando sintió su mano tocar su espalda, encontrándose con su mejor amigo y su pareja mirándolo con preocupación.
No, no estaba para nada bien, pero decidió guardar silencio y no emitir palabra, tragándose aquel amor que sentía por su mejor amigo y expulsando los líquidos que lo hacían sentir mareado.
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Consejo de amor [Wigetta]
Hayran Kurgu//HISTORIA FINALIZADA// Pude haber sido yo el que a tu lado siempre se despierte, pero el futuro nunca nos llegó. Me prometí que nunca iba a perderte y no sé qué pasó. Pude haber sido yo... si tú tan sólo me hubieras pedido un consejo de amor ~~~~~...