1: Las mañanas cotidianas de los latinos.

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1: Las mañanas cotidianas de los latinos.

 

Las mañanas cotidianas de los latinos es muy especial a su propia manera:

Muchos tienen un despertador enorme programado a las seis de la mañana.

Algunos se levantan por sí solos.

Otros tienen a la mamá 200 con gritos y amenazas incluidos (las cuales por cierto si cumple).

Y una poquísima minoría —el cual es mi caso— no tiene necesidad de necesitar nade de los últimos dos mencionados.

 ¿Saben por qué?

Porque hay algo más efectivo que todo aquello.

Si quieres mantenerte despierto en la noche hasta la mañana.

Si no quieres retrasarte para tomar el bus que te lleva al colegio, escuela, universidad o prisión estatal.

Solo tienes que hacer una sola cosa.

¡¡¡VIVIR A UN LADO DE UNA DISCOTECA!!!

Y no es que te la vas a pasar escuchando a Ramones, Beethoven, Mozart, Guns and Roses, AC/DC, Elton Jon, The Beatles o Iron Maiden, es más, ni siquiera escucharas a Pedrito Fernández ni a Menudo.

Lo que te mantendrá despierto es —según considero yo—  el ORROROSO SIN "H" RUIDO DEL REGGAETÓN.

Y lo único que oirás por más de siete horas serán frases algo así:

"A ella le gusta con gasolina, DALE MÁS GASOLINA."

Y es algo así como de "¿Qué carajos?":

Personalmente siempre he pensado que esa canción es para pirómanos, ósea, si a ella le gusta con gasolina prenderse fuego, eso ya es piromanía señores, eso ya es serio.

También hay otras que dicen algo así:

"Yo me le acerqué fijo la mire, le ofrecí un trago y al oído le dije..."

Bueno, si eso me pasara a mí, con el simple hecho de que me "acerque" sacaría el esfero punta fina que siempre llevo.

Pero nuestra querida latina nos dará un mejor ejemplo de cómo son las mañanas de un latino, pero no sin antes demostrar de cómo es esto en otros países:


{EE.UU}

Rose levantó de su sueño con el sonido de su reloj-despertador plateado el cual, había colocado a las siete de la mañana ya que sus clases comenzaban a las ocho, y como el instituto le quedaba cerca, no había razón para despertarse más temprano.

Tomó una refrescante ducha en el baño de su habitación muy cómodamente entre las tibias gotas de agua que caían como lluvia sobre su cuerpo, dejándola limpia y fresca para luego salir envuelta en una toalla.

Se colocó sus jeans favoritos y su blusa de diseñador francés mientras que tomaba sus adoradas vans rojas para complementar su atuendo y darse el visto bueno frente al espejo de cuerpo completo que había a un lado de su cama.

Bajó con cuidado las escaleras de su casa de dos pisos para ir a la cocina en la cual la esperaba su desayuno.

Se sentó en la mesa frente a su madre y el plato que contenía su nutritivo desayuno light.

- Buenos días, mamá — saludó Rose con una sonrisa en la cara mientras que la ya nombrada leía el periódico con paciencia  y una feliz expresión.

Una latina en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora