Third

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Desesperación

No existía libro en la enorme biblioteca de la mansión que la joven Cavendish no haya leído y asimilado; la gran mayoría de los hechizos y pociones escritos en las páginas fueron ya perfeccionados por la joven.

Un suspiro resonó en la gran biblioteca, tenia ya alrededor de dieciséis años, los cuales fueron dedicados específicamente a la magia.

Y sola, siempre sola.

— ¿Cuándo acabará todo esto? — preguntó la joven Cavendish mirando la luna a través del ventanal.

Al parecer, en ese momento inició su odio reprimido hacia lo recta que tenía que ser, o bien a sí misma. Y colocó la máscara que tenía que usar frente a los demás en su rostro.

Mañana se irá — le recordó la ama de llaves acercándose a la joven, recordándole a la misma que la dama se encontraba allí —, si su presencia es necesaria se le hará saber.

Sabía el significado de aquellas palabras, sabía que estaba huyendo de sus responsabilidades de alguna u otra forma. Era consiente.

Subió a su habitación y abrió con cuidado un hermoso cofre, donde guardaba con cuidado el mejor regalo que pudo haber obtenido en su vida.

Señorita Diana — llamaron detrás de la puerta —, la cena está lista.

La rubia cerró el cofre y lo ubicó al lado de un oso de peluche, regalo de su padre, sobre una de las tantas cómodas de la habitación.

La presencia de la más joven de las Cavendish se sintió en el comedor, la mayor de ellas sonrió con hipocresía.

Te vas mañana a Luna Nova, ¿no es así? — preguntó con sarcasmo su tía dejando el cubierto sobre la mesa, pues ella ya había acabado, no le importó no cenar con su sobrina.

Diana se sentó en una de las sillas de la gran mesa rectangular y se dispuso a comer, ignorando por completo la pregunta estupida y burlona que le dedicó su tía.

Pues bien, yo me encargaré de tu lugar en esta familia mientras te encuentras fuera de aquí — informó la mayor levantándose de su lugar —. con permiso.

con permiso — repitieron las primas de la más joven, quienes le dedicaron una sonrisa burlona a su prima.

Era sorprendente el trato tan encantador que le dedicaba su familia, por favor era espléndido convivir con ellas; por algo pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, un lugar en el cual seguro no entrarían.

La joven Cavendish ahora se encontraba mirando el cielo desde la ventana de su habitación, ¿qué se sentiría ser una estrella? Vivir para alegrar a los demás y morir en algún momento sin que los demás lo noten.

— ¿Para qué fui dada en vida desde un principio? — se dijo para sí misma.

Y se debe de reconocer, que no fue la primera vez en la que Diana Cavendish se preguntó esto.

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Pérdida total de la esperanza.

Careless Feelings; DiakkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora